José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno, ha admitido a su entorno más cercano, su malestar con Pepín Blanco, ministro de Fomento, por el escándalo de corrupción suscitado por su encuentro con un imputado en la operación “Campeón”.
Según me cuenta mi “enano infiltrado”, Zapatero se encuentra “quemadísimo” con el vicesecretario general del PSOE, Pepín Blanco, por el encuentro mantenido con el empresario Jorge Dórribo, imputado en el “caso Campeón”.
Además, ha constatado que el problema “viene de lejos”, ya que desde hace meses Blanco viene siendo asesorado por el abogado Gonzalo Martínez Fresneda, quien es conocido también por haber defendido al juez Garzón en sus problemas legales con los altos órganos judiciales.
Al presidente del Gobierno, lo mismo que a la gran mayoría de los dirigentes socialistas, el “affaire” de José Blanco con Dórribo en la gasolinera de Guitiriz, le parece “el colmo de la insensatez más absoluta”, justo en plena campaña electoral de Rubalcaba.
El problema, según me cuenta “mi enano” es que dentro del PSOE existe el convencimiento de que “la propaganda mediática de este escándalo (del que estaban convencidos de que en cualquier momento aparecería en los medios), no surgió de las filas del PP, sino de filtraciones realizadas desde el propio partido socialista”.