Alf Spence, veterano de la II Guerra Mundial de 91 años y que padece problemas de visión, ha estado durante casi dos años seguidos, depositando sus cartas postales en un contenedor para excrementos de perros.
El motivo de la confusión radica en que dicho contenedor es, en tamaño y color, muy similar al utilizado por la compañía de correos Royal Mail.
Esta equivocación terminó un día cuando una mujer, al observar que el anciano depositaba varias cartas, le llamó la atención y le explicó que no era un buzón postal y que su finalidad era otra.
Una de las anécdotas más curiosas de esta historia fue contada por la hija del protagonista, en la que afirmaba que cada vez que le preguntaba a su padre si se había acordado del cumpleaños de sus nietos, éste le respondía que sí, que les había enviado un cheque. Al no llegar jamás los cheques, la mujer empezó a preocuparse por si su padre estaba perdiendo la memoria o simplemente que la estaba engañando.
Spence ha confirmado que se disculpará públicamente ante la compañía de correos, ya que tras creer que estaban extraviando sus cartas, llegó a recriminarles que “su servicio era una basura”.