La fidelidad no discierne de especies. Como por ejemplo ha sucedido con el perro de Lao Pan, una mascota que este ciudadano chino cuidaba desde hacía varios años y que permanece, desde hace una semana, al pie de su tumba sin comer, sin descansar y sobre todo, sin ser consciente de que su dueño jamás regresará.
Lao Pan, antes de fallecer a los 68 años de edad en el pueblo de Panjiatun, era un hombre soltero cuya familia era escasa y vivía alejada de él, su única compañía era la que le proporcionaba su perro.
Tras fallecer éste, la habitación que ocupaba en dicha localidad próxima a la ciudad de Qingdao resultó ser desalojada, por lo que el perro tuvó que abandonar también la que había sido su casa.
No obstante, pocos días después, fue encontrado deambulando cerca de la tumba su antiguo dueño, de la cual, jamás volvería a moverse.
Los vecinos de Lao Pan, conmovidos por la extrema fidelidad del can hacia su amo, decidieron llevarle comida y bebida todos los días, así como construirle un refugio para que pudiera resguardarse del mal tiempo.
Sin embargo, el perro apenas probó bocado desde que falleciera su dueño, sino que simplemente decidió tumbarse junto al montículo de tierra donde se encontraban los restos de este anciano, esperando con una mezcla de resignación y desesperanza, a que su amo vuelva a reunirse junto a él.
El caso del perro de Lao Pan, no ha sido el primero en ofrecer una muestra de extrema fidelidad hacia su dueño (mayor que la de cualquier humano).
En 1924, un perro japonés estuvo esperando cada día en la estación de tren de Shibuya, durante 10 años, a que su dueño regresara del trabajo, pese a que el hombre había fallecido de un infarto cerebral en su oficina. Nunca regresó, pero el perro jamás dejó de esperarle.