Un estudio demuestra que tras una dieta agresiva las hormonas retienen más grasas y exigen comer más

El estudio, realizado por científicos australianos, sugiere que tras la realización de una dieta agresiva, la persona tiende a recuperarlo con suma facilidad, ya que tiene que enfrentarse contra un persistente vestigio biológico.

Pese a la propia fuerza de voluntad del propio individuo, las hormonas de la persona sometidas a una rigurosa dieta, envían impulsos nerviosos al cerebro, proporcionando sensación de hambre extrema, la cual, se suma al propio retenimiento de la energía calórica de los alimentos, que se ve incrementado.

Para estudiar qué mecanismo biológico es el que provoca la recuperación de los kilos perdidos, los investigadores sometieron a 50 pacientes obesos o con sobrepeso elevado, a un programa de dieta de 10 semanas.

Querían observar qué sucedía en la gente que adelgazaba, por lo menos, el 10% de su peso corporal total.

A pesar de haber sido asesorados por profesionales nutricionistas sobre cómo mantener su nuevo peso, no pudieron evitar incrementar nuevamente un promedio de 5,5 kg en el siguiente año.

Además, quienes se sometieron a la dieta, informaron que un año después del programa, “sentían más hambre después de comer de la que sentían previamente al estudio”, confirma Joseph Proietto, responsable del estudio.

En ese momento, los científicos decidieron analizar los niveles en sangre de 9 hormonas que influyen directamente en el apetito, de las cuales, 6 mostraban síntomas de desequilibrio en una sentido que estimulaba el hambre.

Tras los resultados obtenidos, Proietto concluyó que “detrás del hecho de que el organismo de un individuo a dieta se rebele contra la pérdida de peso corporal, se encuentra un mecanismo biológico evolutivo antediluviano, es decir, un mecanismo originado en un tiempo en el que la pérdida masiva de peso podía amenazar la supervivencia y la reproducción”.

En resumen, nuestra biología lucha contra nuestro deseo de adelgazar.