Tasar una vivienda resulta necesario, ya que en algún momento, una vivienda deberá ser tasada, ya sea por parte del comprador, al que la entidad financiera se la solicite como requisito imprescindible para concederle una tasación, o bien por parte del vendedor, el cual, la utilizará como una referencia para conocer sobre qué márgenes de precio debe moverse, y así evitar que establezca un precio de salida excesivamente elevado, que lo deje desde el inicio fuera del mercado.
También es un proceso complejo, ya que a pesar de la creencia de la mayoría de la gente, una tasación recoge multitud de información relevante sobre el inmueble, lo que permite establecer con relativa exactitud, su precio real de mercado.
A continuación, pasemos a conocer cuáles son los 2 elementos fundamentales de toda buena tasación:
Identificación de la vivienda a tasar
Quizás sea el elemento más obvio, pero no por ello el menos importante, ya que en este apartado, el tasador debe establecer dónde se encuentra el inmueble (ciudad, barrio, zona, si hay colegios, supermercados, parques, autopistas, comercios, etc… alrededor), cómo es (antiguo, nuevo, reformado, etc…) y qué características lo definen (si tiene terraza, jardín, ascensor, está aislado, hay ruidos, etc…)
Para ello, será necesario realizar una inspección “in situ”, donde se tomen mediciones, fotografías y esquemas de la vivienda.
Identificación de la situación jurídica
Es fundamental conocer quién es el verdadero propietario del inmueble, ya que puede suceder que no coincida con el actual inquilino. Este hecho puede convertirse en un factor clave a la hora de establecer el valor de la vivienda, ya que si por ejemplo, el inquilino lleva más de 20 años residiendo y paga una renta antigua, supondrá primeramente, que el comprador o el inversor no pueda alquilarlo a otra persona, y posteriormente, respetar la renta antigua firmada.