Slow Life. Una nueva forma de compartir el tiempo con tus hijos

Las prisas nunca son buenas y menos para el correcto desarrollo y la educación de nuestros hijos. Esta idea es en la que se basa el movimiento “Slow Life”, el cual, aboga por llevar una vida más plena y desacelerada, detenerse y disfrutar de un presente prolongado que, en demasiados casos, queda olvidado por las obligaciones del futuro más inmediato.

Principios de la “Slow Life”

Veamos a continuación algunos de los principios más importantes sobre los que se basa el estilo de vida “Slow Life”:

Fuera móviles. Apagar el móvil cuando estemos con nuestros hijos, ya sea en reuniones familiares o en momentos de ocio compartido.

No dejar todo para el último momento. Debemos enseñarle a nuestro hijo desde pequeño que hacer las cosas en su momento es la mejor manera de evitar las prisas y los agobios futuros.

Fuera la TV. No deberemos tener la televisión constantemente encendida a modo de banda sonora de la casa, ya que ese sonido de fondo puede aumentar los niveles de estrés.

Dedicar tiempo a pensar. Debemos animar a nuestros hijos a que dediquen tiempo a, simplemente, pensar. Recibir constantemente estímulos e información impide que el cerebro establezca las conexiones entre los distintos conocimientos y puedan ordenarse las ideas.

No criminalizar la inactividad. Una cosa es la pereza como actitud y otra que el niño pueda disfrutar de tiempos muertos en los que esté sin hacer nada.

Disfrutar antes que competir. Debemos fomentar en nuestros hijos la idea de que el deporte y otras actividades en equipo están para disfrutar y no para competir. En este caso, el exceso de actividades al que están sometidos muchos niños puede reforzar conductas como el egoísmo o ver al compañero como un rival a eliminar.

Respetad las costumbres familiares. Cada vez son más las personas que comen delante de la Tv o el ordenador. Por esta razón, es importante fomentar las comidas familiares, no sólo para llevar a cabo buenos hábitos alimenticios, sino también, para reforzar los vínculos afectivos con los más pequeños.

Contactar con la naturaleza. Es fundamental el contacto frecuente con la naturaleza: se trata de la mejor escuela de calma y, también, el mejor antídoto frente al estrés.

Por último, deberemos proporcionarle experiencias que propicien la observación y despierten una curiosidad que no puedan saciar a través de la pantalla de un dispositivo, enseñándole además juegos sencillos, de los de siempre, los cuales, le permitan dar rienda suelta a su creatividad.