En caso de que esto te suceda, no debes dejarte llevar por el miedo a que el niño no coma suficiente y puedan aparecer signos de malnutrición.
Si su peso y su altura se encuentran dentro de los márgenes normales acorde con su edad y se muestra activo a lo largo del día, no hay motivo para que te preocupes, aunque se salte alguna comida o no se acabe todo lo que haya en el plato, ya que el pequeño tomará lo que su organismo necesite en función de su constitución.
A continuación te ofrecemos una serie de sugerencia para evitar que la falta de apetito se convierta en una inapetencia crónica, y pueda derivar en algo más grave.
Respeta sus gustos y no le obligues a comer
Si a tu pequeño no le gusta una comida, no insistas con que está deliciosa, ya que sólo conseguirás estresarlo y confundirlo, porque para él, todo lo que le digas será la verdad universal.
Lo más recomendable es habituarlo a que pruebe todo para que pueda decidir si le gusta o no, presentando la comida como una oportunidad de descubrir algo nuevo, y no como una obligación.
Según afirman los pediatras, ningún alimento es imprescindible, es decir, sino le gusta la verdura, puede obtener las vitaminas y las sales necesarias de, por ejemplo, la fruta.
No insistas para que coma más de lo quiera
Si induces a tu pequeño a que coma más de lo que necesita, puedes llegar a provocar, en su sistema de regulación del apetito, todavía por formarse, afecciones y complicaciones que en el futuro, puedan derivarse en desórdenes alimentarios.
Si se trata de una ración pequeña y se la termina, pregúntale si quiere más, ya que tendrá la satisfacción de repetir.
No confundas la comida con el afecto
Jamás le digas a tu pequeño que si no come no le vas a querer, o bien, que si se come todo le querrás más. Es posible que, en ocasiones, tu pequeño comerá de más para poder contentarte, sin embargo, esto le inducirá a pensar que si come para satisfacer a alguien, también puede rechazar la comida para hacerle un feo. En ese momento, la comida se convertirá en una especie de moneda de cambio, y de ahí al chantaje, hay un paso muy corto.
En este sentido, y para no fomentar futuros chantajes, no utilices recompensas a modo de intercambio con la comida, ya que no debe entender el acto de comer como una obligación, que al cumplirla, recibirá una recompensa (ya sea en forma de dulce o juguete), de tal modo que en un futuro, exija dicha recompensa cada vez que tenga que comer.
La comida debe ser en un lugar sin distracciones
En la mesa, la atención que se dedica a la comida no debe centrarse en cuánto y cómo come tu niño, pero tampoco debes emplear juegos y cuentos para distraerle e introducirle un bocado en la boca, cogiéndole por sorpresa, debe tener claro qué debe hacer cuando llega la hora de la comida.