Más cruyffista que el propio Cruyff, Pep Guardiola se ha encomendado a su colega del Athletic para dar un paso adelante en la evolución del Idioma Barça, que cada temporada le añade un pequeño matiz táctico, en busca de la excelencia y la oposición de sus rivales.
El sistema 1-3-4-3 dado a conocer momentos antes de la disputa del partido frente al Villareal, en realidad era un 1-3-1-3-3 académicamente “Bielsano”, aunque utilizando centrocampistas interiores en vez de laterales carrileros.
Este Barça 4.0, es capaz de hacer jugar en el mismo equipo al “doble Messi”, es decir, al argentino y al catalán haciendo de Messi. No necesitan mirarse, se presienten y anticipan sus movimientos, intercambiando las responsabilidades durante el desarrollo del partido. Puedo anticipar que dicha evolución no se acabará con esta variación, ya que en partidos del Camp Nou que no supongan un riesgo claro de eliminación, el técnico planteará un sistema 1-2-3-3-2 jugando en tan sólo 25 metros.
Sin embargo, no hay que obsesionarse con el dibujo, ya que sólo es un dibujo periodístico. Lo que realmente importa es la idea, el sentido que se le da al juego, la intención y el movimiento de las piezas, en definitiva, los conceptos, no la pizarra.
Guardiola siempre realiza las alineaciones con la intención de cómo atacar al rival y nunca en cómo defenderse de él. La alineación del otro día partía de esa idea. No es una “guardiolada” de cara a la galería, sino que era una decisión meditada y estudiada. Dicha decisión podría haber desembocado en derrota, por supuesto, ya que las decisiones pueden ser equivocadas, pero nunca caprichosas.
Arrigo Sacchi dijo una vez que el fútbol evolucionaría necesariamente hacia un “centrocampismo total”. No cayeron en saco roto aquellas palabras y el técnico azulgrana se ha propuesto llevar a cabo dicha misión. Para ello, alineó hasta 6 centrocampistas más Messi, un “todocampista-llegador”, el jugador perfecto.
Con un total de 7 mediocampistas más los mediocentros colocados en la defensa, la concepción del “juego de posición” adquiere una realidad desconocida, proporcionando lo que se conoce como “excelencia” y que simplemente significa fluidez en el juego. Ya lo dijo el amigo Arrigo: “Perpetuum mobile”.
En esta idea, los extremos juegan un papel fundamental, sin embargo, no se les puede valorar por el número de veces que toquen el balón sino por su incidencia indirecta en la circulación del juego, es decir, dejan de ser atacantes para ser defensores, su misión es estirar el campo para que el juego interior tenga la máxima libertad posible, la consigna es defender en campo rival, de ahí que no se necesiten defensas específicos.