Los conejos pueden llegar a soportar temperaturas frías, siempre y cuando éstas no sean muy extremas, por lo que en invierno, si se tienen en el exterior, se les debe proporcionar un refugio confortable y cálido donde puedan resguardarse.
Si el conejo es adulto y ha vivido siempre en el exterior, estará acostumbrado a los cambios climatológicos, pero si el conejo ha vivido en el interior de la casa o es un conejo baby, no se recomienda sacarlo al exterior, ya que su sistema inmunológico no está preparado para dichos cambios, pudiendo enfermar e, incluso, morir.
Con la llegada del invierno, el conejo comienza a comer más de lo normal y su pelaje se vuelve más grueso y tupido, consiguiendo con ello un aislante térmico natural, pero que no le será suficiente para protegerse del crudo invierno, por lo que será necesario seguir una serie de pautas para protegerlo del frío, preparando con ello, ciertos accesorios:
– Se colocará la caseta dentro de la casa o en un cobertizo. Si no fuera posible, se ubicará en un sitio resguardado del viento y elevado, evitando así el contacto con la humedad del suelo.
– Se aislará la caseta tanto por fuera como por dentro, asegurándose de que se deja suficiente espacio para que se renueve el aire del interior.
– Se comprobará, todos los días, que el agua no esté congelada. Si el bebedero es de goteo, se puede proteger con un calcetín.
– Se les proporcionará un refugio en el interior de la conejera, utilizando paja o lecho higiénico específico para ello, que ha de cambiarse todos los días.
– Si se baña al conejo en invierno, hay que asegurarse de que su pelo está totalmente seco antes de sacarlo al exterior, o bañarlo en seco empleando un champú especial para tal fin.
Por último, mencionar que los conejos no hibernan, por lo que si se observa que el conejo duerme más de lo normal o se ve agotado, se debe acudir al veterinario.