Pedro J. Ramírez, director del diario El mundo, ha mantenido una serie de reuniones privadas con el magnate de la comunicación Rupert Murdoch, que se encontraba veraneando por las costas de Mallorca en compañía de Wendi Deng, su mujer, y Robert Thomson, director del Wall Street Journal.
El “twitter-adicto” periodista, desveló a través de esta red social el pasado 20 de agosto, mientras el Papa Benedicto VI visitaba España, que “yo también tendré una visita especial”.
Fiel a su táctica de seducir a sus “cyberseguidores”, el periodista comentaba lo siguiente: “Perdonad que no os preste mucha atención. Han sido 6 horas increíbles con mi invitado especial”.
Al día siguiente, 21 de agosto, y utilizando una lírica un tanto cursi, añadía: “Sigo obnubilado por nuestros invitados, el velero de mis amigos es ahora una creación mágica iluminando la oscuridad presente en la bahía. Inolvidable cena de pasión al periodismo”.
El cebo había funcionado y una vez despertado el morbo por conocer la identidad del “misterioso personaje”, Pedro J. desveló lo que sería el siguiente paso en su estrategia: “Están siendo unos días muy intensos: los invitados, el majestuoso velero, los paparazzi… cuando pase todo, ya os contaré”.
Tras la insistencia de unos de sus seguidores sobre si dicha reunión estaba relacionada con la posible venta de Unidad Editorial (Marca, El Mundo, Expansión, Veo7…), Pedro J. contestó que: “No hay ninguna operación empresarial. Simplemente una gran amistad personal basada en el amor por el periodismo”.
He ahí el concepto del asunto, ya que según fuentes cercanas al periodista, el director de El Mundo, estaría tanteando la posibilidad de que el grupo editorial de Murdoch pudiera adquirir el suyo, debido a su situación precaria y al descontento del grupo empresarial que controla la mayoría del accionariado, el grupo italiano RSC.