Llega la adolescencia y los hijos se hacen cada vez más independientes de sus padres. Eligen su forma de vestir, se centran en su propio mundo y escogen a sus amigos. Debido a esto, antes o después muchos padres de hijos adolescentes se preguntan: ¿qué hago si no me gustan los amigos de mi hijo?, ¿cómo debo comportarme con él?
Este es un tema delicado al que muchos padres se enfrentan cuando sus hijos están en la etapa adolescente y comienzan a relacionarse con otros chicos y chicas de su edad, sobre los cuales, sus padres intuyen que son una mala influencia para ellos.
En este caso, los padres temen que su hijo cambie su personalidad al mantener una relación de amistad con personas que piensan que “lo van a llevar por el mal camino”. Llegados a esta situación, lo más importante es actuar de forma cautelosa, potenciando la comunicación y eliminando cualquier posible tema tabú.
Establecer qué es una mala amistad
Las amistades negativas son aquellas que trasmiten aquellos valores con los que los padres no están de acuerdo, contradiciendo aquellos que están intentando que su hijo asimile, es decir, les inducen a un comportamiento inadecuado, manipulándolo en algunas ocasiones para hacer algo que el adolescente sabe que está mal, pero que debido a la presión de esta amistad termina haciéndolo.
Evitar la crítica hacia sus amistades
Si se ataca a dichas amistades, por muy negativas que resulten, el adolescente no dudará en defenderlas. Por lo tanto, es mejor cuestionar actitudes concretas, induciéndole a reflexionar, y nunca olvidar que es mejor la persuasión que la prohibición.
Conocer el grado de amistad
En muchas ocasiones, las relaciones de amistad en estas etapas se deben a una falta de confianza en uno mismo, por lo tanto, es importante dejar de insistir en que deje de relacionarse con esa persona, sobre todo si se trata de su mejor amigo, y reforzar su autoestima para que él mismo evite ser fácilmente manipulable, pese a que dicha amistad se mantenga.
Fomentar una buena comunicación
Sin duda alguna, la comunicación será la base para evitar todo tipo de problemas. Es importante dialogar con los hijos sobre los riesgos que conlleva mantener amistades peligrosas, evitando tanto los gritos como los sermones.
Apostar por una comunicación abierta es siempre la mejor solución, ya que como padre, tendrás la oportunidad de expresar tu preocupación, al mismo tiempo que confías en su criterio.