Normalmente, cuando se produce un gasto inesperado o no se dispone de la liquidez necesaria para afrontar un gasto puntual, es necesario recurrir a los minicréditos, una forma rápida de obtener entre 50 y 500 euros.
No obstante y en función de la situación, será aconsejable pedir un minicrédito o no pedirlo. Veamos a continuación en qué casos sí y en cuáles no.
Un minicrédito es recomendable cuando:
Hay que abonar una multa y no disponemos de liquidez suficiente para efectuar el pago en menos de un mes, de modo que no podríamos acogernos a la reducción del 50% en el importe de dicha infracción.
Vamos a recibir una factura de un pago domiciliado, y por diversas razones, tenemos nuestra cuenta corriente sin saldo (en descubierto), la penalización por este descubierto puede llegar a ser sensiblemente superior al minicrédito que podamos solicitar.
Un minicrédito NO es recomendable cuando:
Pretendamos utilizarlo para reembolsar otro minicrédito, es decir, pedir un préstamo para devolver otro préstamo, ya que como suele ocurrir en la mayoría de los casos, si hemos tenido problemas para devolver un minicrédito, difícilmente tendremos la posibilidad de asumir otra deuda añadida, por lo que nuestro nivel de endeudamiento se iría incrementando de forma progresiva, pudiendo ocasionar un grave problema financiero y viendo como somos incluidos en diferentes listados de morosidad, por lo tanto, resultará imposible pedir otro tipo de crédito para cualquier otra actividad.
Esto último hace referencia a la información que confirma que la mayoría de solicitantes de minicréditos, suelen firmar hasta 6 de media con el objetivo de disponer siempre de liquidez y hacer frente a la deuda contraída por la solicitud de los préstamos anteriores.
En estos casos, la mejor opción siempre será recurrir a un familiar, solicitar un anticipo de nómina o una prórroga del crédito pendiente.