Numerosos políticos pertenecientes al PSOE han comentado su malestar hacia José Bono, por su “facilidad” a la hora de revelar secretos, confidencias y conversaciones privadas, en forma de anécdotas.
Por ejemplo, entre esas anécdotas destaca la de cuando desveló que él era la única persona, además de Sonsoles Espinosa, a la que Zapatero había confesado que “no repetiría como candidato a la presidencia del Gobierno en 2012”.
Tanto es así, que en el Congreso, el despacho de Bono es apodado “el confesionario“, por parte del resto de políticos, tanto del PSOE como del PP
Me cuenta mi “enano infiltrado”, que una de sus últimas filtraciones no ha sentado nada bien en el PSOE.
En un desayuno a modo de despedida, celebrado hace pocos días en el Congreso, desveló una anécdota sucedida en un consejo de ministros que tuvo lugar durante la primera legislatura socialista.
Bono ocupaba entonces el ministerio de Defensa, y Zapatero puso sobre la mesa, en ese consejo, la posibilidad de cesar a una de las ministras, que, para más humillación, se encontraba allí presente.
Ante la sorpresa de los demás ministros, la “recién despedida” no pudo contener las lágrimas. Tras producirse la incómoda situación, Zapatero, sin saber cómo reaccionar en ese momento, tuvo que dar marcha atrás y decidió no aplicar dicho despido a la afectada que, en el instante de escuchar su “no cese”, dejó de llorar.
Y es que pese a que Bono no reveló el nombre de la ministra, la anécdota se ha extendido como la espuma en los círculos políticos y periodísticos, llegando incluso a oídos del Gobierno. No comprenden cómo Bono ha podido filtrar este tipo de episodios tan personales y que, además, dejan en muy mal lugar a Zapatero.