La displasia de cadera en perros es una enfermedad ósea muy común entre los canes, especialmente entre los de razas grandes y gigantes. Su principal característica es que el hueco cóncavo del hueso de la pelvis y la cabeza femoral del hueso de la pierna no encajan a la perfección, dañando el cartílago articular cuando el perro se mueve, lo que le provoca un gran dolor sino lo tratamos adecuadamente desde un primer momento.
Esta enfermedad, como su nombre indica, afecta principalmente a la articulación de la cadera, sin embargo, puede producirse en otras articulaciones, como por ejemplo, en el codo. La displasia es una enfermedad congénita que está presente en los genes, y aunque no sea visible en el nacimiento, se va desarrollando poco a poco a la par que nuestro cachorro va creciendo.
Por este motivo, es imprescindible llevar al cachorro a revisión durante el primer año de vida, ya que suele ser en ese periodo cuando se empieza a manifestar. De esta manera, podremos confirmar si nuestro perro padece o no displasia de cadera, y en caso afirmativo, actuaremos de la mejor manera para prevenir o retardar los efectos que ésta conlleva.
Para prevenir la displasia de cadera en perros es importante tener una cosa clara: al estar la enfermedad predispuesta por ciertos genes, si nuestro perro los tiene en su genotipo no podremos hacer nada para cambiar esto; pero como la displasia se ve influenciada por otros aspectos ajenos a la biología del perro, estará en nuestras manos retardar dichos efectos antes de ver síntomas evidentes.
¿Qué podemos hacer para prevenir o retardar los efectos de la displasia de cadera?
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que cuando adquirimos un cachorro somos los responsables de que se desarrolle feliz y de forma saludable, por lo que debemos tratarlo mejor que a nosotros mismos.
Para evitar o retardar la displasia es necesario:
Alimentar al cachorro de forma equilibrada durante toda su vida, ofreciéndole una comida rica en minerales y proteínas para que pueda desarrollar sus músculos y fortalecer sus huesos a un ritmo similar.
Ejercitar al perro de manera coherente con su edad, es fundamental que en los primeros años de vida no obliguemos a los cachorros a subir y bajar escaleras o a saltar. Con caminar, corretear y trotar, será suficiente.
Ofrecerle un lugar confortable donde descansar y jugar, evitando suelos duros y fríos, ya que pueden provocarle problemas en las articulaciones con el paso del tiempo.
Administrar condroprotectores, como la condroitina, especialmente en razas grandes y gigantes y siempre bajo supervisión del veterinario, evitando de ese modo que el cartílago articular se deteriore prematuramente.
Otra práctica que podemos realizar para evitar la displasia de cadera, consiste en que nuestro perro realice ejercicio en el agua, es decir, que nade, ya que de esta manera desarrollará los músculos de forma sana y el ejercicio no producirá tanto impacto en las articulaciones.
Si por el contrario, nuestro perro ya presenta síntomas de padecer displasia de cadera, y el veterinario lo confirma a través de una radiografía, hay que hacer todo lo que esté en nuestro alcance para que nuestro perro tenga la mejor vida posible.
Para ello, será necesario que nuestro perro siga una dieta equilibrada, con la que pueda mantener un peso idóneo y no sobrecargue los huesos y los cartílagos afectados. El ejercicio deberá ser moderado y sin obligarle en exceso, ya que siempre debemos tener en cuenta que el perro siente dolor. La fisioterapia, la acupuntura y poner calor en la zona afectada, aliviarán el sufrimiento de nuestro perro.
Todo esto no evitará o curará la displasia de cadera, pero sí retardará sus síntomas y nuestro perro podrá soportarla mejor y llevar una vida normal.