Michihiko Kano, ministro japonés de Agricultura y Pesca, ha anunciado que Japón retomará su “caza científica” de ballenas en el Antártico, este mismo invierno, enviando buques militares para proteger a los navíos de las protestas ecologistas.
El pasado mes de febrero, el país nipón suspendió dos meses antes de lo estipulado, las actividades de pesca de cetáceos en el Océano Antártico motivado por el acoso llevado a cabo por la organización ecologista “Sea Shepard”.
Dicha organización, ha realizado, en los últimos años, “una serie de abordajes, vertidos de ácidos corrosivos sobre los buques o el encadenamientos de sus activistas a los balleneros nipones”, según informó Kano.
Estos grupos ecologistas, acusan a Japón de encubrir la caza comercial de ballenas bajo la denominación de “captura con fines científicos”, y así, poder evitar las restricciones internacionales impuestas sobre esta práctica.
Y es que tan sólo Japón, Islandia y Noruega siguen siendo los únicos países del mundo, que mantienen activa la pesca de ballenas, una práctica que Tokio defiende como una “tradición cultural milenaria” pese a que tuvo que abandonarla en 1986, debido a la moratoria internacional aprobada aquel año, pero que tan sólo un año después retomaría bajo un “programa de investigación científica“.
Japón caza cada año a unas 1.200 ballenas, cifra permitida por la Comisión Ballenera Internacional y que provoca, según cálculos de organizaciones ecologistas, que desde 1986, Japón, Islandia y Noruega han “asesinado” a más de 30.000 ejemplares cetáceos.
Sin embargo, los ecologistas de “Sea Shepherd” han criticado duramente la decisión del ministro nipón, asegurando que “sus miembros continuarán arriesgando sus vidas, con el único objetivo de detener la pesca indiscriminada de ballenas”.