Hoy en día, existe una amplia variedad de productos financieros a disposición del inversor, en función de sus expectativas financieras y del riesgo que esté dispuesto a asumir. En este caso, hablaremos de la renta fija y del perfil de ahorrador que mejor encaja en sus posibilidades.
La renta fija consiste básicamente en emisiones de deuda, ya sea deuda pública estatal o emitida por empresas privadas.
La inversión en renta fija es una excelente alternativa a los planes de pensiones privados y donde se asume poco riesgo, no obstante, la rentabilidad también es baja, aunque dichos factores pueden verse alterados en función de la cantidad invertida y de la solvencia de la deuda que se adquiera.
¿Qué quiere decir esto? Pues que toda inversión, por muy garantizada que esté, conlleva un riesgo, el cual, puede llegar a provocar pérdidas si el mercado se desploma o el Estado o la empresa deudora se declara insolvente, es decir, no asume sus obligaciones de pago.
El método habitual para conocer la posible solvencia de un país o una empresa, consiste en acudir a las agencias de calificación de riesgos, las cuales, son las encargadas de evaluar dicha deuda y valorar su solvencia, sin embargo, esto tampoco garantiza nada, echando la mirada atrás y comprobando las calificaciones que recibían las entidades financieras de EEUU, Irlanda, Islandia, España, etc… por parte de “Standard & Poor´s”, “Moody´s” o “Fitch”, las principales agencias de calificación del mundo.
Para concluir y en referencia a los planes de pensiones, los de renta fija están especialmente indicados para aquellos trabajadores que se encuentren en sus últimos años en activo, ya que en ese momento, se antepondrá la seguridad de garantizar el capital invertido ante la posible rentabilidad que se pudiera obtener.