El estrés en los gatos es algo muy normal, ya que cualquier cosa que consideren que no esté dentro de su rutina diaria, puede provocarles estrés. Algunos de los factores que provocan estrés en los gatos son:
– De tipo físico: alguna enfermedad o dolor.
– De tipo psicológico: el aburrimiento, el miedo, la pérdida o incorporación de un nuevo miembro a la familia, etc…
– De tipo ambiental: algún cambio en la casa, como por ejemplo, muebles nuevos, el cambio total de la vivienda, ruidos excesivos, etc…
Debido al estrés, el comportamiento del gato se ve alterado, destacando algunos de estos síntomas: se baña en exceso o no lo hace, maúlla excesivamente, orina o defeca fuera del arenero, araña los muebles, etc…
Para reducir el estrés, y mejorar con ello la conducta del gato, se debe conocer cuál es el origen del mismo. Lo más aconsejable es acudir al veterinario y descartar cualquier enfermedad o dolencia en el gato.
Una vez descartada esta opción, se debe pensar cuál puede ser la fuente de dicho estrés en el gato, y una vez localizada, eliminarla.
Si no fuera posible, lo mejor es ayudar al gato a adaptarse a esa nueva situación, manteniéndolo distraído y entretenido con abundante ejercicio y una buena estimulación mental. Se recomienda pasar entre 15 y 30 minutos diarios jugando con el gato, intercalándolo con sesiones de caricias y mimos, ya que de esta manera, conseguirá relajarse.
En este sentido, es conveniente que los juguetes y las actividades que se le ofrezcan al gato, sean variadas y poco repetitivas para que no se aburra.
Del mismo modo, se le debe proporcionar un lugar tranquilo y aislado, en un lugar alto de la casa si fuera posible, donde el gato pueda refugiarse cuando se sienta estresado y amenazado. Para lograr tal objetivo, existe el conocido “árbol para gatos”.
También es preciso ofrecerle un lugar propio, donde tenga su comedero y bebedero (hay que proporcionarle comida y bebida continuamente), así como su propio arenero. Todo ello deberá limpiarse regularmente.