Ante el auge y la proliferación de los juegos de azar, incluso los online, durante la última década en EEUU, el Instituto de Investigación de Adicciones de la Universidad de Buffalo, en Nueva York, ha elaborado un estudio donde se demuestra que no se ha encontrado un aumento significativo en los porcentajes de personas con adicción al juego.
Los resultados de la encuesta realizada a nivel nacional, la cual, fue dirigida por el médico psicólogo John W. Welte y sus colaboradores en el Instituto, se combinaron con los datos de una encuesta efectuada en el año 2000, con el objetivo de analizar la tendencia de los usuarios durante los últimos 10 años, en lo que respecta al juego.
“Habiendo comparado los resultados de las dos encuestas, realizadas con una década de diferencia, no hemos encontrado un incremento significativo en los porcentajes de personas con problemas con el juego en EEUU, a pesar de haberse producido un aumento en todo el país en las oportunidades para jugar“, afirmó el doctor Welte.
“En la primera encuesta telefónica, realizada entre 1999 y el 2000, se entrevistó a 2.613 personas, mientras que en la segunda encuesta, llevada a cabo entre el 2011 y el 2013, se entrevistó a 2.963 personas. En ambas ocasiones se preguntó a las personas entrevistadas acerca de su participación en una amplia gama de actividades de juego, en donde se incluían rifas, casas de apuestas, bingo, cartas, billar, máquinas de juegos de azar, casinos, loterías, juegos de azar online, y apuestas en deportes, hipódromos y canódromos“, prosiguió Welte.
“En este caso, a pesar de existir una mayor oferta de juego, las tasas de adictos al juego se mantuvieron estables. De hecho, la encuesta mostró que el porcentaje de adicción al juego se ha incrementado únicamente del 3,5 al 5,5%, mientras que en las mujeres ha disminuido del 2,9 al 2,5%“, concluyó Welte.
A este respecto, conviene recordar que el problema con el juego incluye varios comportamientos, como por ejemplo, pensar constantemente en el juego, incrementar las apuestas para mantener la emoción, mentir para ocultar la actividad de jugar, o la incapacidad para dejar de jugar.