La historia comienza cuando la gata alcanza su madurez sexual, lo que puede producirse a los 7 meses de edad, y comienza el periodo de celo, el cual, se presenta entre 2 y 3 veces al año, con una duración aproximada de 14 días.
En ese momento, la gata comenzará a hacer todo tipo de reclamos para atraer la atención de un gato, y una vez éste acuda a la llamada, tendrá lugar el ritual de apareamiento, y a continuación, el acto reproductivo entre ambos gatos.
La gata se prepara para la penetración posicionando su cuerpo en forma diagonal, con la cabeza y las patas delanteras muy bajas, dejando la cola en alto mientras mueve las patas traseras como si estuviese caminando.
En ese momento, el gato se monta sobre ella mordiéndole el cuello (se desconoce si es para mantenerla en la posición de apareamiento, o bien, es una técnica para estimularla). La gata grita, puede que de placer o de dolor, puesto que el pene del gato viene preparado con agujas filamentosas diseñadas para estimular la ovulación durante la penetración.
La eyaculación, y en general, todo el proceso de apareamiento sucede con gran rapidez. Al finalizar, el gato tratará de alejarse de la gata y sus uñas, puesto que en la mayoría de ocasiones, ésta intentará darle un zarpazo para que se retire.
Sin embargo, el gato no se irá muy lejos, ya que lo más seguro es que detrás suyo, se encuentren otro par de gatos esperando su turno, y por lo tanto, debe procurar mantener su territorio y evitar que la gata pueda disfrutar de otro momento romántico.
Suele ser a raíz de estos encuentros, cuando los gatos pueden no sólo contraer enfermedades, sino también, sufrir heridas que de no ser tratadas, pueden llegar a ser letales.