Existen multitud de variedades de la Amapola (Papaver L., Sp. Pl.), cada una con sus características, colores y formas específicas. Es una flor de pétalos muy llamativos y abundantes, por lo que resulta ideal para decorar jardines y ventanas.
A continuación, mostraremos cómo podemos cultivar Amapolas en nuestro propio hogar.
Siembra de la Amapola
Las semillas de Amapola pueden sembrarse al principio de la primavera, después de la última helada, para que estén germinadas a comienzos del verano, o bien, si se desea que florezcan a finales de la primavera, deben plantarse a principios del otoño.
En este sentido, cabe mencionar que la Amapola se desarrolla en climas cálidos, ya que requiere no sólo de abundante luminosidad, sino también, de temperaturas altas y constantes.
Suelo de la Amapola
La Amapola no requiere de un suelo específico para poder desarrollarse. Concretamente, los suelos secos, bien drenados, arenosos y con escaso nivel de materia orgánica son los más recomendables, por lo tanto, no sería necesario fertilizar el suelo donde se fuera a cultivar.
Riego de la Amapola
La Amapola tampoco requiere de un riego abundante, siendo lo más recomendable realizarlo cada 2 ó 3 días, siempre y cuando el suelo se encuentre seco, ya que no tolera el exceso de humedad.
Germinación de la Amapola
Aunque puede variar en función de las condiciones climáticas, el proceso de germinación suele durar entre 4 y 25 días. Una vez cosechadas las vainas, pueden guardarse las semillas y emplearlas para la siguiente plantación.
A este respecto, cabe mencionar que las Amapolas se auto-procrean, y por lo tanto, pueden volver a brotar una vez se abren las vainas. Además, sus semillas poseen un alto porcentaje de germinación, por lo tanto, resulta relativamente sencillo que la siembra fructifique.