Desde hace poco más de 4 años, la Liga BBVA parece haber perdido el nivel competitivo que sí tenía en tiempos pasados, curiosamente desde la llegada de Pep Guardiola al FC Barcelona (mirar portadas de prensa). Eran los tiempos de la tiranía del ladrillo y “cualquier equipo” podía aspirar a ganar el campeonato doméstico, sin embargo, la historia, casi siempre caprichosa, demuestra que FC Barcelona y Real Madrid han dominado con mano de hierro el fútbol español a lo largo de su historia.
La prensa deportiva, a base de “machacar y machacar” con la historia de que el fútbol español ya no tiene nivel, que los dos grandes de nuestro país están a años luz del resto y que a diferencia de lo que ocurría antes, que todas las temporadas, equipos como Valencia, Deportivo, Atlético de Madrid o Sevilla estaban en “condiciones” de obtener el campeonato.
Según parece, los derechos de televisión están acabando con el fútbol en España, y que los aficionados, por mucho que les pese, no son los que mantienen este negocio, sólo proporcionan ambiente en los campos, por lo que en un negocio multimillonario, su opinión es irrelevante.
La prensa, esa cosa que tanto se lamenta de la poca igualdad del campeonato, dedica el 90 % del tiempo informativo a comentar la actualidad de los dos grandes, dicen que “hay que hablar de lo que reclama el público”, pero no se dan cuenta de que el público seguiría consumiendo entretenimiento deportivo (los cuatro jinetes del apocalipsis, Marca, As, Mundo Deportivo y Sport), si en vez de dedicarle 30 páginas (2 horas de radio, 14 horas de tv o lo que sea) a Real Madrid o Barça, le dedicaran 20 y el resto a los demás equipos, pero claro, la prensa deportiva en este país es como definía el maestro de la retórica Valdano al descontento: “Eres como la gata flora, que si se la metes ríe y si se la sacas llora”.
En definitiva de algo hay que quejarse y de algo hay que discutir, ya que debatir sobre fútbol y sólo de fútbol resulta demasiado tedioso y complicado, aprender a observar el fútbol lleva mucho tiempo y crearse una opinión razonada supone demasiado esfuerzo, un esfuerzo no justificado, ya que los que dirigen la opinión futbolística del aficionado medio (que por norma general es bastante estúpido y manipulable), son esos mismos aficionados medios, engañados por sus propias mentiras.