| Lunes 11 abril 2011 |
Crítica de Sin Límites. Bradley Cooper, en “Sin Limites”, interpreta a un fracasado escritor de tres al cuarto, que no tiene nada que llevarse a la boca, su novia le ha dejado recientemente, está en crisis y no sabe qué escribir, además, se encuentra endeudado y cierto día, por pura casualidad, se encuentra por la calle con su ex-cuñado.
Tras una charla, este último, le ofrece a Cooper una pastilla que mejora las capacidades del cerebro, lo cual le permitirá estar mucho más despierto, recordar todo como si hubiera sucedido un minuto antes y fomentar su creatividad e inteligencia.
Antes de nada, decir que es una película de acción algo cómica, llegando al absurdo, que viéndola detenidamente, está repleta de fallos argumentales y mala secuenciación de la historia, como por ejemplo, que el protagonista sea un experto en artes marciales, sólo por haberlo visto por televisión.
La película no busca responder las dudas que surgen a lo largo del propio film, sino que se dedica, casi exclusivamente, a relatar una historia ficticia sobre la existencia real de esas mágicas pastillas, y de qué modo nos afectaría.
Cooper está bastante aceptable en su papel, nada del otro mundo, incluso un poco crecido, sin embargo, la actuación más sorprendente es la del gran actor, Robert de Niro, que sin ser su mejor papel, el hecho de interpretar a un hombre malvado, ambicioso y corrupto, le viene como un guante e interpreta de forma excepcional, con respecto al resto del reparto.
La película provoca alguna que otra sonrisa, a veces sin buscarla, por lo que el producto final, siendo un producto bastante tedioso, puede valer para pasar una tarde, más o menos, entretenida.