| Sábado 14 mayo 2011 |
Crítica de la película Carta Blanca. Los hermanos Farrelly no se han complicado lo más mínimo en su última película, han cogido los esquemas que han venido utilizando a lo largo de su filmografía, los han agitado, han contratado un buen reparto y se han puesto a rodar.
Y esta vez han conseguido una comedia decente, que proporciona más de un momento de carcajadas, pero que no se aleja ni un solo milímetro (ni para bien ni para mal) de lo que uno puede esperarse de ella al entrar en la sala.
La historia es un disparate en toda regla, un par de mujeres hartas de que sus maridos se comporten como unas hormonas con patas, les dan una semana de libertad, sin consecuencias, dentro de su matrimonio.
Los dos afortunados dedican esos días a intentar ligar y aprovechar ese intervalo de soltería temporal, con las consiguientes situaciones cómicas.
El esquema narrativo es demasiado previsible, todos sabemos cómo se van a desarrollar los acontecimientos, todos sabemos qué van y qué no van a hacer los protagonistas, todos sabemos que los amigotes sólo están ahí para que nos riamos con alguna de sus gilipolleces, todos sabemos cómo va a terminar todo el tinglado.
La escatología y los chascarrillos sexuales son las armas predilectas de este tipo de películas, que se muestran como únicas bazas, en el arte de la cochinada hilarante.
En resumen, una comedia chusca bien resuelta, que da muchas risas y ninguna sorpresa significativa, lo justo para pasar un buen rato sin más.