Cuando un segundo hijo viene en camino, en lo único en lo que se piensa, seguramente, es en lo beneficioso que esto será para el primogénito, olvidando por completo que la presencia de un nuevo hijo puede provocar peleas, riñas y rivalidades entre ellos.
Por este motivo, los padres deben intentar que sus hijos se lleven bien mientras van creciendo, afianzando día a día los lazos que les unirán durante toda la vida.
Cómo fortalecer la relación entre hermanos
No siempre es posible conseguir que haya una buena relación entre hermanos, y muchas de esas veces es por culpa de los padres, ya que inconscientemente realizan ciertas acciones que no ayudan a favorecer su relación.
Veamos a continuación algunos consejos que ayudarán a favorecer la relación entre hermanos de una manera sencilla:
Respetar la individualidad de cada uno. Es importante que a cada hijo se le trate de una manera especial, pero sin destacar a uno por encima del otro. Cierto es que muchas veces se suele tirar del tópico, “os quiero a los dos por igual”, pero hay que intentar que ambos se sientan especiales destacando todo aquello que los hace únicos.
Del mismo modo, y con el objetivo de que cada niño se sienta valorado como individuo, habrá que halagar aquellas acciones que sean correctas y evitar tanto las comparaciones entre ellos, ya sean positivas o negativas, como los sobrenombres: “el Cerebrito”, “el Artista”, etc…
No olvidarse del primogénito. Un error muy común cuando llega un nuevo hijo, es dejar de lado al primogénito, ya que el nuevo bebé requiere de toda la atención posible, provocando en el primogénito un sentimiento de odio hacia su nuevo hermano, ya que por su culpa, sus padres no le hacen caso.
Para evitar esto, bastará con dejar que el primogénito ayude en los cuidados del nuevo hermano, y hacerle ver, que aunque hay un nuevo niño en el hogar, él sigue muy presente en los pensamientos de los padres, pasando tiempo junto a él, ya sea jugando, viendo la Tv o leyendo un cuento.
No reprimir el conflicto. Hay que ayudar a los niños a entender que es normal enfadarse, incluso, con las personas a las que se quiere, pero ello no significa que se las quiera menos. De esta manera, los niños no se sentirán culpables por haberlo hecho.
Una vez hayan reñido, es aconsejable que sean los niños los que expresen sus sentimientos y resuelvan el conflicto, evitando que los padres se involucren, salvo que sea necesario separarlos porque se estén pegando, ya que lo más seguro es que éstos se decanten por uno de los dos, provocando en el otro, un gran resentimiento hacia su hermano.