El hecho de educar a un hijo siempre supone un gran reto para los padres, algo que se vuelve más complicado si llegan varios bebés a la vez, como es el caso de los mellizos, gemelos o de hermanos que han nacido muy seguidos.
Esta situación, sobre todo en la de los gemelos, tiende a que los padres traten a los hijos en bloque, es decir, a los dos por igual, perjudicando el desarrollo de la personalidad e individualidad de cada uno de ellos.
Cómo educar a mellizos o gemelos
Lo principal a tener en cuenta, y a pesar de que ambos niños compartan la misma edad o se parezcan mucho físicamente, se ha de tratar a cada niño como un individuo diferente, atendiendo por separado a las necesidades de cada uno, ya que aunque éstos se parezcan, lo más seguro es que tengan una personalidad, un carácter y unos gustos diferentes.
Para conseguir esto, y con ello, una correcta educación hay que seguir una serie de consejos, entre los que se encuentran:
Para favorecer una buena autoestima en los niños, se ha de evitar vestirles iguales, ya que de esta manera los niños se verán diferente, consiguiendo así que la gente no les vea en bloque, sino como a dos niños diferentes.
Se les ha de llamar a cada uno por su nombre, desechando la idea de emplear nombres genéricos como “los gemelos”, “los mellizos” o “los hermanos”.
Aunque es algo complicado, lo idóneo sería, que aunque los niños vayan al mismo curso escolar, se encuentren en aulas diferentes, consiguiendo así que cada uno elija a sus amigos y emplee la dinámica de trabajo que mejor se ajuste a sus necesidades, al igual que si se tratasen de hermanos de distintas edades.
En cuanto a sus habitaciones, siempre que sea posible, cada uno ha de tener la suya propia, proporcionándoles así su espacio privado y la libertad de que cada uno ordene sus cosas a su gusto.
Se han de evitar las comparaciones tanto entre ellos como con algún familiar en concreto, ya que esto podría suponer en el niño una pérdida de confianza y seguridad en sí mismo, consiguiendo que el niño se esfuerce en parecerse a la persona con la que se le compara, dejando a un lado aquello que define su personalidad.