Esta denominación, la cual, se ha convertido en una de las más reconocidas del mundo, tiene su origen en los años 30, cuando se fundó la compañía productora, y donde la obra de Alejandro Dumas, “El Conde de Montecristo”, tuvo una relevancia fundamental.
A mediados de los años 30 del siglo anterior, los asturianos afincados en Cuba, Alonso Menéndez y Pepe García decidieron iniciar una nueva empresa cigarrera que ofreciese un producto de reconocida calidad y que les diferenciase de la competencia.
Allí en la fábrica, los torcedores de puros pasaban interminables jornadas en las que, para hacer más entretenida la producción, disponían de un empleado específico que se encargaba de leerles diferentes novelas en voz alta.
De todas las novelas allí leídas, la que tuvo más repercusión fue la obra sobre las aventuras de “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas, la cual, causó un gran impacto y enorme expectación entre los trabajadores, obligando al “cuentacuentos” que les leyese una y otra, la misma obra.
El rendimiento obtenido de los torcedores resultó ser tan espectacular, que el puro que fabricaban resultaba de primerísima calidad, superando incluso el nivel de producción de otras empresas, previamente asentadas en el negocio.
En ese momento, los socios Menéndez y García vislumbraron el que sería el nuevo nombre de su producto estrella, Montecristo, el cual, todavía a día de hoy, mantiene su prestigio intacto.