Cuando el niño emite pitidos o silbidos al respirar, muestra una sensación de opresión en el pecho, tiene tos seca (sin mocos) persistente y sienta una fatiga constante, es porque padece asma, una enfermedad bronquial crónica que le impide realizar actividades físicas que exijan un sobreesfuerzo.
Un niño con asma siempre estará pendiente de su enfermedad y de la posibilidad de que padezca un ataque. Por esa razón, es fundamental que se le enseñe a controlar el asma para que pueda llevar una vida normal como cualquier otro niño.
Cómo controlar el asma en el niño
Lo primero que se debe evitar es el nerviosismo de los padres o de aquellos que se encuentren a su alrededor, ya que esta actitud será contagiada al niño, provocando un aceleramiento de los síntomas de su asma, dificultando con ello su respiración.
Una vez se conserve la calma y se controle la situación, será necesario poner en práctica las siguientes recomendaciones:
Cumplir el tratamiento personalizado establecido por el médico. Respetando los horarios, el régimen de vida y la medicación que se haya prescrito en el tratamiento.
En este caso, el niño deberá tomar, de forma estricta, tanto los medicamentos destinados a aliviar los síntomas como aquellos orientados a reducir la inflamación de los bronquios.
Evitar que el niño esté expuesto a factores que desencadenen las crisis de asma. Como por ejemplo, el tabaco o algún tipo de alérgeno, el cual, deberá detectarse y eliminarse.
Aprender a identificar y a reconocer los síntomas de la crisis asmática. De este modo, se le podrán enseñar al pequeño, y así éste podrá saber cómo intervenir en caso de que se produzca una crisis y no haya ningún adulto con los conocimientos necesarios cerca.
Saber cómo actuar en caso de que se produzca una crisis de asma. Para lo cual, primeramente deberemos intentar revertir la obstrucción del flujo aéreo para así poder reducir la hipoxemia, que es la disminución de oxígeno en sangre.
La hipoxemia es el factor más peligroso de una crisis asmática, ya que disminuye el flujo de oxígeno al corazón y al cerebro, hecho que puede derivar en complicaciones más severas, e incluso, llegar a provocar la muerte.
En este sentido, para poder revertir la obstrucción del flujo aéreo, existen dos fármacos que se suelen emplear en las crisis de asma, como son los broncodilatadores “beta-2-adrenérgicos” de acción corta y los corticoides orales, los cuales, permitirán detener el episodio asmático y normalizar la respiración del niño durante una crisis.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, el pequeño aprenderá a controlar su asma.