La mayoría de los gatos suelen ir con frecuencia al arenero, y en ocasiones, permanecen allí más tiempo de lo habitual. Si además, cuando lo visita, nos damos cuenta de que emite algún maullido o gemido y se muestra decaído o inapetente, es muy probable que presente cálculos renales que le impiden orinar.
En muchos casos, los dueños confunden estos síntomas con el estreñimiento, y por lo tanto, deciden no prestarle mucha atención, sin embargo, lo cierto es que debemos llevarlo al veterinario de inmediato para saber qué es lo que le pasa exactamente.
Las piedras en el riñón o cálculos renales pueden hacer que un gato fallezca si no recibe el tratamiento adecuado, además de las muchas dificultades y dolor que padecerá cuando orine. Es una enfermedad que suelen padecer gatos que beben poca agua o que sufren mucho estrés.
Estos cálculos son como arenilla o diminutos restos cálcicos que se van acumulando en el riñón y que, finalmente, obstruyen el conducto urinario al pasar por él, lo que hace que no pueda pasar la orina y el gato tenga dolor.
Síntomas de los cálculos renales
Existen una serie de síntomas que nos van a permitir detectar con prontitud si nuestro gato sufre cálculos renales:
– Si acude al arenero con mayor frecuencia de la habitual, pero orina poco o nada.
– Si se muestra inquieto todo el rato, durmiendo poco o siendo incapaz de relajarse.
– Si expulsa sangre al orinar.
En caso de detectar estos síntomas, deberemos acudir inmediatamente al veterinario para que confirme el diagnóstico.
Tratamiento de los cálculos renales
Aunque puede variar en cada caso, lo primero que le harán a nuestro gato es un análisis de orina, para confirmar que se trata de cálculos renales. A continuación, el tratamiento suele consistir en antibióticos para frenar la infección, así como analgésicos para reducir el dolor al orinar.
En este caso, es recomendable también que modifiquemos su alimentación, durante al menos dos meses, ofreciéndole pienso específico para gatos con cálculos renales.