Cómo identificar y tratar la “mamitis”

El periodo de la “mamitis” suele comenzar alrededor de los 6 meses de vida, y normalmente concluye a los 3 años. Cada madre lo vive, o lo sufre, de una manera distinta, según el grado de “mamitis” que padezca su hijo, y también de las obligaciones con las que tenga que compatibilizar este proceso la madre.

Etapas de la “mamitis”

Durante los primeros meses de vida, los bebés sonríen a todo el mundo, mostrándose muy sociables y haciendo sus gracias delante de cualquiera, tanto de su mamá como de cualquier desconocido.

Alrededor de los 5 meses, comienzan a buscar a su mamá para obtener bienestar, ya que con ella, se sienten seguro. A partir de los 9 meses les empieza a embargar una terrible ansiedad si son separados de su madre (si no la ven, empiezan a llorar), la necesitan porque es ella la única que les proporciona seguridad, protección y confianza.

Es en ese momento en el que comienza la “mamitis”, la cual, padecen tanto niñas como niños. A partir del año de vida, la “mamitis” alcanzará su punto máximo, comenzando a desaparecer a los 3 años de edad.

Cómo actuar frente a la “mamitis”

Para solucionar o reducir las consecuencias de la “mamitis”, será necesario fomentar su autonomía e independencia, para lo cual, podremos poner en práctica los siguientes consejos.

Prevenir su aparición. Lo más recomendable es tratar de prevenir su aparición, acostumbrando al bebé a la compañía de otras personas ajenas a su madre. En este caso, deberá ir aprendiendo que el mundo no sólo se reduce a él y a su madre, y que por lo tanto, tendrá que intentar disfrutar cuando no esté su madre, pero sí otras personas.

Enseñarle a disfrutar solo. Aunque se deba hacer de forma leve y progresiva, deberemos enseñarle a jugar sólo, sin necesidad de que su madre esté presente. De este modo, llegará un momento en el que cuando no vea a su madre, no comenzará a llorar y continuará jugando.

Enseñarle a soportar las despedidas. Debe aprender a que su madre le “abandone”, pero no para siempre, que es algo temporal. Para ello, será recomendable utilizar sus rutinas (comer, la hora del baño, etc…) para salir de la habitación y comprobar su reacción.

Ofrecerle un entorno seguro y de confianza. Cada vez que el bebé vaya a quedarse sin la compañía de su madre, será fundamental que alguien en quien confía y con el que siente seguro esté con él, como por ejemplo, su padre, su hermano, los abuelos, los tíos, etc…

Con estas recomendaciones, se conseguirá reducir el grado de dependencia del pequeño sobre su madre.