El sustrato es un elemento fundamental en el desarrollo de cualquier cultivo, por lo tanto, si optamos siempre por emplear materiales ecológicos y sostenibles en el huerto de nuestra casa, que mejor manera de continuar con esta tendencia, aprendiendo a fabricar nuestro propio sustrato.
Primeramente escogeremos una determinada cantidad de compost orgánico. Posteriormente, con la ayuda de un cedazo, iremos filtrando el compost, con lo que conseguiremos eliminar los residuos orgánicos que todavía no han conseguido descomponerse del todo.
En caso de que los residuos orgánicos no se hayan descompuesto del todo, tendremos que volver a introducirlos en la compostera, antes de continuar con el proceso de elaboración del compost.
Para la elaboración del sustrato, además de la tierra vegetal que hemos obtenido de la compostera, también necesitaremos tierra mineral y arena.
Respecto a la “tierra vegetal”, cabe mencionar que al proceder de la tierra que hemos extraído de la descomposición del compost, incluirá un alto nivel de residuos vegetales, los cuales, no serán capaces de retener la humedad y el agua.
En el caso de la tierra mineral, al proceder de la descomposición de la tierra madre, estará compuesta por limos, arcillas y arenas, los cuales, son elementos que aportarán la retención de agua necesaria para los cultivos, gracias a las partículas de arcilla.
Por último, la arena que se emplea en estos casos es arena de sílice de grano medio, lo que le confiere al sustrato un alto grado de permeabilidad y un buen sistema de drenado.
Una vez dispongamos de todas las capas necesarias para la elaboración del sustrato, procederemos a mezclarlas, y así obtener una solución lo más homogénea posible.
Si queremos incrementar la calidad de nuestro sustrato, podremos añadirle estiércol de gallina, lo que se conoce como gallinaza, consiguiendo así que los niveles de nitrógeno, fósforo y potasio se encuentren en la proporción correcta.