El Hongo de la Miel (Armillaria mellea), es un hongo que puede afectar tanto a árboles como arbustos y trepadoras, siendo más común su aparición en coníferas. Este hongo suele atacar a árboles débiles o decrépitos, pudiendo afectar también a árboles sanos que estén en contacto con éstos últimos.
Los síntomas que deja el Hongo de la Miel en las plantas que coloniza, no son muy llamativos, ya que éstas comienzan a marchitarse como si les faltase agua, pero en realidad su mal es causado por el hongo, el cual, se encarga de secar la planta y pudrir sus raíces.
Un síntoma que determinará si el árbol o planta está infectado por el Hongo de la Miel, es que en otoño, al pie de éstos, aparecerán las setas del hongo. Sin embargo, este hecho sólo se verá cuando la infección es muy antigua, al menos varios años, por lo que puede ser ya muy tarde para solucionarlo.
En este sentido, y al igual que ocurre con otras enfermedades de origen fúngico, una vez la planta se ve afectada por el hongo, es muy difícil de eliminar, ya que únicamente podemos desinfectar el suelo o eliminar las plantas afectadas.
Así pues, vamos a daros unas pautas que os ayudarán a prevenir la aparición de este hongo.
Cómo prevenir al Hongo de la Miel
Lo primero que debemos hacer es mantener a los árboles y plantas que queramos proteger fuertes y bien cuidados, ofreciéndoles un buen drenaje para evitar los encharcamientos, los cuales, favorecen la aparición del Hongo de la Miel. A este respecto, es importante regar con moderación, sobre todo en los suelos arcillosos y compactos, y especialmente si hay césped.
Otra manera de ayudar a prevenirlo, es eliminando los tocones y las raíces de los árboles muertos, ya que éstos atraen al Hongo de la Miel.
Si existiese sospecha de que este hongo está presente en nuestro terreno, se puede dejar el suelo varios años sin plantar, de este modo, el hongo no tendría de qué alimentarse y acabaría muriendo.