El consumo de tabaco entre adolescentes es una realidad palpable en España, por lo tanto, es labor de los padres intentar evitar que sus hijos comiencen a fumar, ya que una vez tengan el hábito adquirido, resultará muy complicado eliminarlo, ya que hasta dentro de muchos años, no comenzarán a sentir los efectos derivados de su consumo.
A este respecto, el último informe publicado por el Observatorio Español sobre Drogas ofrece datos irrefutables: el 58,8% de las mujeres de 14, 15, 16, 17 y 18 años fuman; mientras que en los hombres, la cifra alcanza el 44%. Además, estos jóvenes fumadores no se plantearán dejarlo hasta que pasen unos 20 años, y sólo un 10% lo conseguirá finalmente.
También cabe mencionar que aquellos jóvenes cuyos padres fuman, tienen un 50% de posibilidad de comenzar a fumar, cifra que se dispara al 70% si también existe un hermano mayor que lo hace.
En este caso, aplicando una serie de normas y hábitos dentro del núcleo familiar, se conseguirá reducir el riesgo de que los hijos adolescentes comiencen a fumar.
– No fumar en el interior de la casa, ni permitir que otros invitados lo hagan. En caso de que fumen, intentar que no lo hagan en presencia de los jóvenes.
– Si alguno de los dos padres fuma, intentar que no fume en el interior del hogar o lo haga cuando el joven no se encuentre en casa.
– No permitir que niñeras u otras personas que trabajen en casa fumen en presencia de los jóvenes.
– No fumar en el propio coche o en cualquier otro espacio privado cerrado.
– Respaldar los esfuerzos de no fumar de la escuela y la comunidad, informando a los docentes que espera que ellos hagan cumplir la política de tolerancia cero con el tabaco.
– Averiguar qué amigos fuman y cuáles no, ensalzando a los que no lo hacen.
– No permitir los cigarros de chocolate o cualquier otra golosina que, simbólicamente, represente el hecho de fumar.
– Destacar los efectos nocivos del tabaco, pero no sólo en lo que respecta a la salud del organismo, sino más bien, en lo referente al aliento y las manos, al rendimiento físico, al gasto económico, etc…
En resumen, la actitud de los padres resultará fundamental a la hora de concienciarlos para que no fumen, descartando la prohibición como método de prevención, ya que este tipo de actitudes suelen ocasionar el efecto contrario al deseado.