Un golpe de calor es una alteración grave de la regulación térmica, es decir, se trata de una respuesta del cuerpo a una pérdida excesiva de los niveles de agua y sal contenidas en el sudor.
Éste se produce cuando suben bruscamente las temperaturas, siendo especialmente frecuentes en los niños y los bebés, los cuales, suelen ser muy sensibles a dichos cambios.
Síntomas del golpe de calor
Veamos a continuación los principales síntomas que suelen aparecer cuando se produce un golpe de calor.
– Irritabilidad e incomodidad excesiva.
– Piel irritada por el sudor en el cuello, el pecho y las axilas.
– Pequeños calambres musculares.
– Agotamiento, cansancio y debilidad generalizada.
– Mareos, náuseas y vómitos.
– Dolor intenso de cabeza.
– Desmayos o pérdida de consciencia.
– Deshidratación grave.
No siempre se producirán todos los síntomas, ya que lo normal es que sólo aparezcan algunos y de forma escalonada.
Cómo actuar ante un golpe de calor
Sí se aprecia que nuestro bebé está sufriendo alguno de los síntomas descritos anteriormente, deberemos aplicar las siguientes recomendaciones.
– Proporcionarle suero casero (limonada alcalina), agua o leche materna. La limonada alcalina se puede preparar mezclando el zumo de dos limones con un litro de agua, añadiendo sal y una cucharada de bicarbonato sódico y azúcar.
– Refugiarlo en un lugar fresco y ventilado para que descanse, quitándole toda la ropa para que se refresque, duchándolo en caso de que fuera necesario.
En caso de que estas medidas no resulten del todo efectivas, será necesario acudir de forma inmediata a una consulta médica.
Cómo prevenir un golpe de calor
Mejor que curar siempre es prevenir, por lo que para evitar la aparición de un golpe de calor, lo más aconsejable es aplicar las siguientes recomendaciones.
– Proporcionarle líquidos (agua o zumos naturales) con frecuencia, sobre todo, cuando se salga a la calle en días de bochorno o calurosos.
– Ofrecerle el pecho a demanda cuando lo solicite el bebé lactante.
– Realizando varias comidas ligeras a lo largo del día, y a ser posible, que sean frescas o a temperatura ambiente, evitando aquellas que sean calientes.
– Bañarlo o remojarlo varias veces al día para mantenerlo refrescado.
– Vistiéndolo con ropas de tejidos ligeros o transpirantes, así como permanecer en sitios frescos y debidamente ventilados.
– No permanecer mucho tiempo en el interior de coches o establecimientos sin aire acondicionado.
Llevando a cabo estos consejos, se evitará la aparición de posibles golpes de calor.