Existen diferentes tipos de Orugas (Thaumetopea Pytiocampa) a las que se puede enfrentar nuestro jardín, como por ejemplo, las Orugas Minadoras, que se alimentan de las hojas de las plantas hortícolas, frutales y ornamentales, o también, las Orugas Masticadoras, las cuales, atacan las raíces y los brotes tiernos de árboles, arbustos, plantas tropicales, de interior y trepadoras. Por lo tanto, debemos conocer a qué tipo de Oruga nos enfrentamos para así aplicar el método adecuado.
Las Orugas Masticadoras presentan un cuerpo alargado y segmentado perteneciente a la familia de los lepidópteros, cuyos ejemplares pueden presentar diferentes colores y medir hasta 6 cm.
Éstas, provocan daños parciales en las hojas, cuyos bordes van apareciendo dentados, lo que desemboca en una defoliación completa (pérdida total de hojas, ramas o tallos), y por lo tanto, en la muerte.
Respecto a las Orugas Minadoras, son aplanadas y con los extremos afilados, de color transparente o traslúcido y alcanzan un tamaño máximo de unos 3 mm de longitud.
Como sucede con otros insectos minadores, la Oruga Minadora devora el interior de las hojas, creando galerías de agujeros que van limitando la capacidad fotosintética de la planta hasta provocarle la muerte.
Para poder evitar su aparición, o en caso de que su presencia sea ya una realidad, podremos aplicar los siguientes métodos para eliminarlas y evitar que vuelvan a aparecer:
– Colocar, entre las ramas del árbol o alrededor de las plantas, varias cajas nido donde puedan anidar distintas aves insectívoras especializadas en la caza de Orugas, como por ejemplo, los jilgueros, los petirrojos o los gorriones.
– Aplicar insecticidas químicos tradicionales como los inhibidores del crecimiento, los cuales, permitirán que las Orugas jóvenes no se desarrollen y mueran.
– Instalar trampas con feromonas sexuales de hembras, las cuales, atraerán la atención de los machos, provocando por un lado, que éstos queden atrapados y puedan ser eliminados más fácilmente, y por otro, que no puedan aparearse con las hembras, limitando su propagación.
– Si las plantas o los árboles son de tamaño reducido, podremos localizar los nidos, cortarlos y, posteriormente, quemarlos.
Por último, en caso de que tras haber eliminado a las Orugas, las plantas hayan quedado muy perjudicadas, podremos ayudarlas en su recuperación, fertilizando el suelo con abonos orgánicos y controlando los niveles de riego.