La rivalidad entre hermanos suele surgir en las edades más tempranas, originándose el conflicto a causa del deseo de acaparar el cariño y la dedicación de los padres y el miedo a que la competencia del hermano reduzca dichas atenciones.
Por lo general, los hermanos mayores pueden sentir celos ante la competencia que supone un nuevo hermanito con respecto a la atención y el cariño de los padres. Este sentimiento, puede ir desapareciendo o irse asentando con el paso de los años, dependiendo en muchas ocasiones, de la actitud que mantengan los propios padres.
En este sentido, los hermanos mayores podrán manifestar cierta hostilidad hacia el pequeño, ya que lo consideran como un usurpador. El pequeño, por su parte, establecerá de forma progresiva, mecanismos de defensa que le permitan combatir esa hostilidad con sus propias armas.
No obstante, no siempre la rivalidad nace del hermano mayor al pequeño, sino que puede surgir al revés, en función del trato de los padres y del carácter de cada niño.
De este modo, el comportamiento de los padres puede provocar que se minimicen los efectos y que esa rivalidad se vaya difuminando, o bien, que se incremente y que se acabe convirtiendo en un problema serio.
Así pues, los padres deben intentar ser equitativos y justos tanto en los premios como en los castigos de sus hijos, ya que cuando los padres muestran cierta preferencia por alguno de sus hijos, es detectado inmediatamente por los otros hermanos, por lo que aunque intenten ser lo más equitativos posibles en el trato, la manera de mirarlos, sonreírles o el tono utilizado al dirigirse a ellos, delatará esa preferencia.
Cómo evitar la rivalidad entre hermanos
Veamos a continuación una serie de recomendaciones que nos permitirán evitar que la rivalidad entre hermanos se agrave.
Debemos evitar un exceso de intervencionismo. Siempre que sea posible, es aconsejable que los hermanos resuelvan sus conflictos por ellos mismos, ya que al intervenir, los padres suelen favorecer al más débil, lo que puede hacer pensar al otro que están en su contra.
No debemos obligar a que hagan las paces. El hecho de que se obligue a dos hermanos a jugar cuando están enfadados, no solucionará nada, más bien al contrario, acentuará el conflicto.
Debemos evitar hacer comparaciones. No es recomendable establecer comparaciones entre ambos hermanos, bajo ninguna circunstancia, ya que únicamente fomentará la competencia entre ellos.
Siguiendo estas recomendaciones, evitaremos en mayor medida las peleas entre hermanos.