El piojo es un parásito exclusivo de los humanos, y no trasmite ningún tipo de enfermedad a los niños o a las personas que los padecen, simplemente, será molesto. A pesar de ello, y dado que se reproducen rápidamente, para evitar complicaciones, como pueden ser heridas y posibles infecciones al rascarse el niño, se han de tratar rápidamente.
Es necesario saber que los piojos no saltan de una cabeza a otra, sino que se transmiten por contacto, como por ejemplo: al compartir gorras, diademas, peines, etc… o incluso, cuando los niños juntan sus cabezas mientras juegan.
Cómo detectar si el niño tiene piojos
Un síntoma que prueba que el niño tiene piojos, pero que no es concluyente, es que se rasca la cabeza con frecuencia. Para comprobar si el niño presenta o no piojos o liendres, habrá que revisarle la cabeza con la ayuda de un peine, teniendo en cuenta que se suelen localizar en la parte posterior de las orejas, en la nuca y en la parte posterior de la cabeza.
Es posible que el niño tenga caspa o cualquier sustancia que pudiera parecer que fueran las liendres de los piojos. Para diferenciar estas sustancias de las liendres, bastará con soplar, ya que la caspa o la sustancia, se desprenderá, pero las liendres quedarán inmóviles pegadas al cuero cabelludo. Además, los piojos se pueden ver, sobre todo en los cabellos claros, ya que son negros y se mueven.
Si se detectan piojos o liendres, habrá que comenzar con el tratamiento lo antes posible, ya que de lo contrario, además de las posibles infecciones y heridas que se pudieran ocasionar, esto podría provocarle trastornos psicológicos al niño, ya que los niños con piojos suelen ser rechazados, provocándoles secuelas a nivel de autoestima y emocional.
Tratamiento contra los piojos
Para conseguir eliminar los piojos y las liendres del cabello del niño, será necesario emplear productos adecuados para dicho tratamiento, los cuales, están formulados a base de sustancias antiparasitarias, cuya eficacia se verá en uno o dos días.
Otra alternativa, es emplear remedios caseros, como pueden ser el aceite de tomillo o lavanda, la infusión de tomillo concentrada con vinagre, etc…
En ambos casos, y para mejorar los efectos de estos remedios, será necesario emplear un peine de púas muy juntas, cepillando el pelo del niño mientras esté mojado durante 15 ó 20 minutos, al menos tres veces por semana. Este peine será de uso exclusivo del niño y se evitará ponerlo en contacto con otros peines.