Aunque pienses que tu bebe todavía es muy pequeñito y no entiende todo lo que le dices, debes saber que los niños de entre 12 a 24 meses ya disponen de la capacidad suficiente para entender el “NO”.
El problema radica en que se trata de una palabra que escucha con tanta frecuencia, que es fundamental dejarle claro cuándo se la estás diciendo en serio.
Sirva como ejemplo, que no es lo mismo un “NO” claro, conciso, concreto y dirigido exclusivamente a ellos, que un “no hijo, ahora no molestes”.
Estrategias para que entienda lo que significa NO
Cada vez que tu hijo quiera alcanzar, morder o jugar con un objeto inapropiado, hay que decirle que “no”, pero sin alterarnos, muy despacio y mirándole a los ojos (incluso agachándonos para ponernos a su altura y que no se sienta intimidado).
Además, es importante emplear frases muy sencillas del tipo “no, las llaves no se meten en la boca, no”, y acompañarlas de gestos que puedan entender (en este caso, retirárselas con un movimiento suave).
Esta fórmula, que a primera vista puede parecer simple, es suficiente y muy eficaz. Además, este tipo de estrategias deberán repetirse las veces que sea necesario, ya que después de todo, lo que estamos haciendo realmente es educarle, y eso requiere tener que observarle de forma continua y constante.
Establecer límites es fundamental
Conseguir que obedezcan al “no” debe ser una de tus principales prioridades cuando tus hijos llegan al año.
Por lo tanto, resulta fundamental establecer unos límites para que el niño se sienta seguro y tranquilo, ya que con ellos sabrá qué puede hacer y qué no. Además, el cumplimiento de las normas le hará sentir más seguro y ganar autonomía poco a poco.
Ambos padres deben tener los mismos criterios educativos
Una de las tareas más difíciles a la que tendréis que enfrentaros será la de mantener los mismos criterios, es decir, que todos los que participen en el cuidado del niño digan “no” a las mismas cosas.
Ponerse de acuerdo es fundamental para que el niño pueda asimilar límites marcados anteriormente, y no se sienta confuso o con la posibilidad de cumplir unos pero no otros. En este sentido, resultará de igual importancia no contradecirse uno mismo.
Mejor dar un premio que un castigo
La idea básica consiste en premiarle cuando cumpla las normas, lo que le hará entender que cumplirlas conlleva beneficios para él. No obstante, esto no significa que no haya que corregirle al mismo tiempo, haciéndolo siempre de forma calmada pero firme, sin dudar.