Las Plantas Parásitas son aquellas que absorben de otra planta, las sustancias nutritivas que necesitan para poder desarrollarse adecuadamente.
Existen más de 4.000 especies distintas que son catalogadas como parásitas, ya que disponen de una raíz alterada con la que es capaz de penetrar en otra planta, para sustraerle los nutrientes.
Este tipo de plantas se pueden clasificar en varias clases:
– Parásitas obligadas: no son capaces de finalizar su ciclo de crecimiento sin su anfitrión.
– Parásitas facultativas: pueden finalizar su ciclo de crecimiento sin su anfitrión, pero aún así, les roba los nutrientes.
– Parásitas de raíces: se adhieren a las raíces de su anfitrión, bloqueando la entrada de nutrientes de ésta, lo que termina por ocasionar su debilitamiento, e incluso, la muerte.
De este modo, existen Plantas Parásitas perjudiciales, pero también, las hay beneficiosas, todo dependerá de dónde estén ubicadas y qué otras plantas tengan a su alrededor.
Veamos a continuación las Plantas Parásitas más comunes que podemos encontrar en nuestro jardín:
Jopo
No dispone de raíz ni de clorofila, por lo tanto, suele parasitar cultivos como el girasol de pipa o las habas, causando enormes perjuicios, sobre todo, en las zanahorias.
Su presencia en el jardín puede resultar beneficiosa, cortando los tallos antes de que se reproduzcan las semillas, ya que de este modo, evitaremos la aparición de más especímenes y de otros ejemplares parasitarios.
Cuscuta
No dispone de hojas, ni de raíz ni clorofila. Este ejemplar es especialmente agresivo con la alfalfa, ya que germina en la tierra y se adhiere a sus tallos, por lo tanto, a menos que sea certificada, habrá que vigilarla de forma periódica para asegurarnos de que no tiene Cuscuta.
Su presencia entre los cultivos puede resultar muy perjudicial, sin embargo, en un jardín su efecto nocivo se reduce significativamente, ya que puede ser detectada y eliminada fácilmente.
Muérdago
No dispone de raíz pero sí tiene clorofila. Parasita las ramas de los árboles, aparentando ser una más. Suele tener mucha presencia en los olivos semiabandonados, y también, en zonas húmedas o montañosas.
El Muérdago debilita a la planta anfitriona hasta tal punto, que la hace susceptible al ataque de cualquier insecto, incluso, puede llegar a provocarle la muerte sin la acción de otro agente.