Los niños se encuentran en una etapa de formación, por lo tanto, es inevitable que se equivoquen, que se olviden, o bien, que sencillamente no quieran hacer algo que deben hacer, y por lo tanto, estamos en la obligación de corregirles.
Ellos lo saben y entienden que debamos hacerlo, aunque no les guste. Lo que ya no toleran con tanta comprensión es que realicemos esa corrección de manera imperativa, es decir, con juicios de valor y desde una posición de poder.
En este caso se suelen cerrar en banda, dejando de escuchar y comenzando a sentirse mal si les recriminas algo, como por ejemplo, que te ha decepcionado o que no está a la altura de lo que esperabas, en ese caso, en lugar de entender nuestra posición, comenzará a acumular rencor.
De este modo, el objetivo de corregir no es imponer nuestra visión de cómo debe comportarse uno, sino que aprenda el modo de cómo deben hacerse las cosas.
Objetivos de la corrección de errores
Veamos a continuación los principales objetivos que se tratan de conseguir con la corrección de errores.
– Que entienda el motivo por el que se ha equivocado.
– Que sea capaz de asumir su parte de responsabilidad en el error.
– Que aporte soluciones para corregir el error.
– Que comprenda los beneficios de no repetirlo.
– Que entienda el error como una oportunidad de hacer mejor las cosas.
– Que consiga desarrollar una mayor tolerancia a la frustración y el fracaso.
Para alcanzar estos objetivos, el niño debe tener una mente flexible, pensar de forma global, estar predispuesto a escuchar y enfocar el problema de forma positiva.
La “técnica de la hamburguesa” para corregir errores
Para aplicar esta técnica pedagógica, imaginaremos mentalmente una hamburguesa con 4 capas, en donde cada una de ellas realizaremos una acción positiva enfocada a la corrección del error:
Primera capa. Ayudarle a detectar e identificar el error.
Segunda capa. Dile algo agradable sobre el error que haya cometido.
Tercera capa. Dile lo que no te gusta, y pregúntale qué siente al respecto.
Cuarta capa. Vuelve a decirle algo agradable, incluyendo de forma implícita lo que deseas que haga para solucionar el error.
Si aplicas la “técnica de la hamburguesa” para la corrección de errores, seguramente resultará más fácil no sólo su propia resolución, sino también, el hecho de que no vuelvan a repetirse. Saber que confías en él, sumado al hecho de haberle corregido con respeto, harán que se sienta más involucrado en la resolución del conflicto, sin desencadenar en él la rebeldía o el rencor.