El control de esfínteres es un logro que el bebé consigue con su madurez y no a través de la educación que los padres puedan proporcionarle, por lo tanto, por mucho que éstos quieran o intenten intermediar en este proceso, no podrán enseñárselo.
Que un bebé logre controlar sus esfínteres es algo que lleva su tiempo y no es un recorrido continuo y lineal, ya que en este proceso se pueden dar retrocesos cuando se creía que se había avanzado. Si el niño no presenta problemas fisiológicos, por lo general aprenderá a controlar sus esfínteres aproximadamente a los 2 años.
A esta edad, el bebé conseguirá controlar la caca, mientras que para lograr controlar el pis, le será algo más complicado. Primeramente, conseguirá controlar el pis diurno, para lo que habrá que esperar a los 2 años y medio o 3 años, y posteriormente, controlará el pis nocturno, que se suele dar desde los 3 años en adelante. Esto es así dado que durante la noche el bebé no se encuentra en estado de vigilia y no es consciente aún de lo que su cuerpo le dice.
Si por el contrario, el niño tiene 5 ó 6 años en adelante y no es capaz de controlar sus esfínteres es posible que padezca de enuresis, por lo que es recomendable consultarlo con el pediatra.
Sin embargo, y a pesar de que el control de esfínteres es algo que no puede enseñarse, los padres pueden estimularlo, haciendo consciente al niño en todo momento con lo que pasa con su cuerpo. Para ello es importante conocer las etapas de aprendizaje del control de esfínteres.
Etapas del aprendizaje del control de esfínteres en el bebé
1ª Etapa. El bebé se da cuenta de que ha ensuciado el pañal posteriormente de haberlo hecho. Aquí es importante que los padres le ayuden a identificar lo que ha hecho, de esta manera el bebé irá aprendiendo a diferenciar y a nombrar.
2ª Etapa. El bebé ya es consciente de lo que está haciendo mientras se va ensuciando el pañal.
3ª Etapa. El bebé puede anticiparse a lo que va a suceder, ya que es capaz de identificar las señales que su cuerpo le indica para hacer sus necesidades.
Lo más recomendable es no adelantar los acontecimientos porque sea más cómodo para los padres, ya que este logro lleva su tiempo, y una vez conseguido, es para siempre. Si no se deja que se haga correctamente puede provocar problemas psicológicos en el pequeño al no poder satisfacer a sus padres.