La fiebre es el incremento de la temperatura corporal por encima de los valores habituales. Si la temperatura del cuerpo está entre 36,5o y 37o, por encima de esos valores, entre 38o y 39o, estaríamos hablando de fiebre, y si se superan los 40o, estaríamos ante un caso de “hipertermia”.
La fiebre, por sí misma, no es mala, es decir, es sólo un síntoma de que el cuerpo está actuando contra una infección, por lo tanto, nos indica que “algo pasa” en el organismo.
Sin embargo, existen determinadas situaciones que pueden incrementar la temperatura del cuerpo, sin que necesariamente signifique que haya fiebre:
– En diferentes fases del sueño.
– Durante la noche, más que por la mañana.
– Durante la digestión.
– Cuando hace mucho calor en el ambiente o se produce una leve deshidratación.
– Después de la inyección de una vacuna.
– Éstos son sólo algunos de los casos en que el cuerpo aumenta su temperatura por razones naturales y no infectivas.
Cómo se manifiesta la fiebre en los bebés
Los bebés con fiebre suelen presentar la piel caliente, especialmente en la frente y en el pecho, la cual, además, puede adquirir una tonalidad roja o pálida. En este caso, tanto los pies como las manos pueden encontrarse fríos, e incluso, amoratados.
Algunos bebés suelen mostrarse inquietos cuando tienen fiebre, mientras que otros están más adormilados. También pueden quejarse de forma intensa, o bien, no mostrar su malestar.
Aparte de la fiebre, hay que observar si el bebé muestra otros síntomas acompañantes, como por ejemplo, diarrea, vómitos, convulsiones, tos o dolor de oídos, lo cual, nos dará pistas acerca del posible origen de la fiebre.
Cómo se debe actuar si el bebé tiene fiebre
Veamos a continuación lo que debe y no debe hacerse si nuestro bebé comienza a mostrar síntomas de fiebre.
– Se le debe aligerar de ropa.
– Se le deben ofrecer líquidos para que esté adecuadamente hidratado.
– Se le debe dar un baño que le refresque y que le limpie el sudor.
– Se le debe controlar cada cierto tiempo la temperatura mediante el uso de un termómetro.
– Se le debe observar para detectar otros posibles síntomas acompañantes.
– No se le debe abrigar en exceso.
– No se le deben proporcionar antitérmicos sin antes haber comprobado la temperatura.
– No se le debe suprimir el baño.
– No se le debe obligar a comer.
– No se le deben colocar compresas con alcohol en la frente.
En caso de que, pasadas unas horas, la fiebre no fuera controlada y los síntomas acompañantes (vómitos, tos, dolor, piel enrojecida, etc…) fueran también en aumento, e incluso, comenzaran a producirse convulsiones febriles, sería necesario acudir inmediatamente al servicio médico de Urgencias para que un pediatra lo examinara.