| Miércoles 20 abril 2011 |
Avance de la película El Árbol. Cuenta Julie Bertuccelli, directora de este film y que clausuró la pasada edición del Festival de Cannes, que “El barón rampante”, de Ítalo Calvino, siempre fue un fetiche para ella y que ante la dificultad de obtener los derechos de adaptación, estuvo soñando con la historia de un árbol.
En esta novela, un conocido bestseller, se hablaba de la niñez y de la fuerza de la imaginación, de la invención como medio de sobrevivir y del poder imparable de vida afirmándose sobre la tristeza.
Y a partir de ella, nació El Árbol, una película protagonizada por Charlotte Gainsbourg (Premio a Mejor Actriz en Cannes por “Anticristo”), que siendo similar a una fábula, nos introduce en el mundo casi fantástico de una mujer.
Dawn, que tras la muerte inesperada de su marido, debe hacer frente al dolor y cuidar de sus cuatro hijos, pero que se ve sorprendida cuando su única hija, Simona, de ocho años, afronta el duelo de la pérdida a través de su imaginación.
Simona comparte un secreto con su madre, y es que su padre, le susurra cosas a través de las hojas del árbol que se alza cerca de la casa familiar. Convencida de que su padre ha vuelto para cuidar de la familia, Simona pasa cada vez más tiempo encaramada al árbol, hablando con su padre.
Dawn también empieza a sentirse cautivada por la imponente presencia del árbol, pero cuando Dawn empieza a intimar con George, su nuevo jefe, el vínculo entre madre e hija amenaza con romperse e incluso parece que el árbol esté de acuerdo con Simona, cuando las ramas empiezan a infiltrarse en la casa y las raíces dañan los cimientos.
En definitiva, es la historia de una niña que añora a su padre y de una mujer que va recuperando, el sentimiento de aferrarse a la vida, de un fantasma fantaseado y de un árbol que parece un ser animado.
Todo ello en medio de un páramo feroz, del salvaje y desmesurado paisaje australiano, que puede ser interpretado como un reflejo de los sentimientos, pero también como una oposición a las convenciones sociales.
Y por debajo de la historia, una reflexión sobre el luto, la partida, las “raíces”, la feminidad, la ambigüedad, la complejidad y la riqueza de obligaciones de familia.
Y es que, como afirma Julia Bertuccelli, “cuando ocurren cosas terribles no queda más remedio que vivir con el dolor, pero se puede transformar y usar esta emoción con creatividad, ya que la imaginación es una herramienta asombrosa, que sirve como refugio a la tristeza y como una forma de aceptar o superar la pérdida de los seres queridos”.