La falta de previsión es nuestro peor consejero a la hora de combatir la climatología, un hecho que puede arruinar el trabajo de meses en nuestro huerto o jardín. Por ello, es importante que nos preparemos ante los posibles efectos que una tormenta, ya sea torrencial o de granizo, puede provocar sobre nuestro huerto o jardín.
Primeramente y aunque pueda resultar obvio, si tenemos la intuición o la certeza de que va a producirse una tormenta, no deberemos regar las plantas, ya que de lo contrario, sufrirían una sobreexposición acuífera que podría pudrir sus raíces.
Prevención con drenaje
Tanto las jardineras como las macetas o la superficie del huerto urbano, deberán estar previstos de un sistema de drenaje adecuado, que les permita evacuar el agua sobrante.
Un excelente sistema de drenaje natural y casero consiste en depositar piedras en el fondo de la maceta y recubrirlas con una capa espesa de gravilla, lo que facilita la absorción de los depósitos de agua estancada.
Para comprobar que dicho sistema de drenaje funciona adecuadamente, en función de las necesidades específicas de riego de cada planta, bastará con cavar un profundo agujero en el jardín o en un recipiente con tierra que simule la profundidad de la maceta o la jardinera, depositar las piedras y la gravilla, llenarlo de agua y calcular el tiempo que tardan en desaparecer los depósitos estancados.
En caso de que el tiempo de desaparición sea superior a una hora, deberemos añadir más gravilla para corregir el drenaje.
Protección externa
Cuando la lluvia es de carácter torrencial, no sólo corremos el peligro de que se inunden y se pudran las raíces de nuestras plantas, sino que debido a la fuerza con la que cae, puede provocar graves destrozos tanto en los tallos como en las hojas y las flores, por lo tanto, el método más efectivo a aplicar consistirá en cubrir completamente las plantas con un plástico correctamente tensado, asegurándonos de que no quedan zonas con el plástico destensado.
Por último, mencionar que el agua de lluvia es enormemente beneficiosa para el riego de las plantas, ya que no contiene cal ni otras impurezas, por lo tanto, en días de lluvia, es aconsejable recoger el agua precipitada en bidones o recipientes de gran tamaño, para posteriormente, emplearla como agua de riego.