Aprende a decorar tu jardín con Pendientes de la Reina

Los Pendientes de la Reina o Fucsia (Fuchsia Hybrida) son unos arbustos muy valorados entre las plantas ornamentales, ya que nos permiten decorar nuestro jardín durante todo el año.

En su etapa de floración, que va desde verano hasta ya entrado el invierno, exhiben sus magníficas y bellas flores, mientras que el resto del año, destacan los colores de sus hojas y los frutos que dejan tras su floración.

Estos arbustos florales presentan una diversidad espectacular de colores, tanto en las hojas como en las flores, dependiendo del tipo de Fucsia que se trate.

Los Pendientes de la Reina presentan una gran resistencia al frío, siempre y cuando no se presenten unas temperaturas extremas (no soportan las heladas), por lo que son idóneos para cultivarlos en exteriores donde el clima sea cálido. También serían aptos para interiores si la habitación presenta una gran ventilación y está muy bien iluminada.

Los Pendientes de la Reina no son muy exigentes en lo que respecta al riego, sin embargo, durante la época de floración éste ha de ser abundante aunque sin llegar a ser excesivo, ya que provocaría el pudrimiento de las hojas.

Es importante mencionar que a la hora de complementar el riego, podemos pulverizar el agua sobre las hojas, para así incrementar el grado de humedad, pero teniendo especial cuidado en no mojar las flores, ya que podríamos provocar su caída.

Respecto al suelo, es aconsejable que siempre permanezca húmedo, aplicando si fuese necesario, un buen sistema de drenaje. Además, debe ser rico en materia orgánica, por lo que es conveniente abonar durante los meses de primavera y verano, para así obtener unos mejores resultados durante la floración, pudiendo prescindir de ello el resto del año.

Si nos ha gustado la elegancia y belleza de esta planta ornamental, podemos practicar la técnica del esqueje, la cual, en años posteriores, nos permitirá rebosar nuestro jardín con infinidad de Pendientes de la Reina.

Para aplicar la técnica del esqueje, primeramente necesitaremos un semillero, un buen sustrato,  una hormona de enraizamiento y unas tijeras de podar.

Escogeremos el tallo de una planta que ya se encuentre perfectamente desarrollado y procedemos a extraerle los tallos laterales, dejando únicamente el tallo de mayor grosor.

A continuación, cortaremos este tallo en trozos de unos 6 u 8 cm, que posteriormente los impregnaremos por la parte de abajo con la hormona de enraizamiento y los introduciremos en el sustrato, previamente colocado en el semillero. Regamos con cuidado y cubriremos todos los esquejes (los semilleros suelen traer tapaderas) para que mantengan el calor y la humedad.

Por último, lo colocaremos en un lugar bien iluminado y esperaremos hasta que empiecen a desarrollar nuevos tallos, será entonces cuando podremos realizar el trasplante, siendo la primavera la época más propicia.