Después de meses de colegio, de rutinas impuestas y de hábitos establecidos, las vacaciones de verano se presentan como el gran momento de la libertad. Llega el tiempo de disfrutar, las normas se relajan, existe mayor permisividad… Sin embargo, no hay que olvidar que los niños han de mantener unos hábitos alimentarios saludables también durante el verano, aunque eso sí, es necesario adaptar los menús a una época en la que sus necesidades son muy distintas a las de los meses escolares.
Partiendo de la premisa de que las vacaciones no significan descontrol en la alimentación, sí que se deben tener en cuenta una serie de factores y de cambios para lograr que la nutrición de los más pequeños en verano continúe siendo la adecuada.
Durante estas fechas, el calor provoca que los niños tengan menos ganas de comer o que sólo les apetezcan comidas ligeras y frescas, algo que no sólo afecta a los más pequeños, sino también a los adultos.
Por lo tanto, es normal que prefieran una ensalada a un cocido. También es lógico que no les apetezcan grandes cantidades de comida, debido a que el organismo necesita menos aporte calórico, sin embargo, esto no significa que estén mal alimentados si se aplica una dieta rica en proteínas, nutrientes y vitaminas.
Dieta refrescante para el verano
Veamos a continuación algunas de las recomendaciones que deben llevarse a cabo cuando se diseñe una dieta de verano para niños:
– Realiza cinco o seis comidas al día, pero poco abundantes.
– Introduce alimentos refrescantes en los primeros platos, como por ejemplo, cremas frías de verdura (salmorejo, gazpacho, etc…).
– Elabora ensaladas de vegetales crudos, como la lechuga, la zanahoria, las judías verdes o los guisantes frescos cortados en juliana. De este modo conservarán más vitaminas.
– Los hidratos de carbono complejos (legumbres, arroz, patata y pasta) pueden ser también elaborados en ensalada, para su mejor digestión.
– Las proteínas básicas, como las de las carnes, los pescados y los huevos, es mejor prepararlas a la plancha o a la brasa, que fritas o empanadas.
– Será aconsejable reducir el consumo de alimentos muy grasos, como embutidos, frutos secos, mantequilla y fritos. Las únicas grasas que no deben disminuir son las vegetales, como las del aceite de oliva, el cual, se empleará para aliñar las ensaladas.
Por último, deberá ingerir más agua de lo normal, a causa de la sudoración, así como batidos y zumos durante el desayuno y la merienda, para mantener correcto el nivel de minerales y nutrientes.