En ocasiones, nosotros como padres, podemos mostrar una actitud inadecuada hacia nuestros hijos, aunque sea de forma inconsciente, realizando acciones hirientes hacia ellos que pueden perjudicar seriamente el vínculo y la confianza padres-hijo.
Para evitar que nuestro hijo pierde la confianza y se aleje de nosotros, debemos evitar una serie de acciones y comentarios, los cuales, pasamos a detallar a continuación.
Evitar los gritos
Los gritos pueden generar una sensación de miedo y ansiedad en el niño, evitando que pueda analizar qué ha hecho mal, ya que simplemente tratará de salir de esa situación como pueda (dando la razón porque sí, llorando, quedándose callado, etc…), generando al mismo tiempo un sentimiento de rechazo hacia nosotros.
Evitar las etiquetas para nuestros hijos
Etiquetar a un niño por alguna acción que haya realizado, puede provocar que el niño asuma como cierto y definitivo un tipo de actitud que, es posible, únicamente haya mostrado en alguna ocasión esporádica.
Evitar los castigos sin motivo
Recurrir al castigo, ya sea físico o psicológico, sin un motivo real, más allá del hecho de que puede que tengamos un mal día o nos haya irritado, provocará que el niño sienta miedo a relacionarse con nosotros o a comunicarnos sus problemas, por miedo a posibles represalias.
Evitar las humillaciones en público
Las humillaciones, tanto si son en privado como, sobre todo, en público, no producirán ningún tipo de efecto pedagógico en nuestro hijo, sino que más bien, generarán odio y rencor hacia nosotros, y que con el paso del tiempo, se irá agravando e interiorizando en mayor grado.
Evitar comparar a los hermanos
Al igual que sucede con las etiquetas, las comparaciones entre hermanos no sólo van a generar una sensación de menosprecio en el niño que “salga peor parado”, sino que además, esa sensación de rencor y rechazo se trasladará a la relación de los propios hermanos.
Evitar el no reconocimiento de sus méritos
Por supuesto, la indiferencia ante la consecución de méritos generará en el niño una sensación de frustración y apatía hacia sí mismo. En este caso, tampoco será recomendable alabarle por sistema, ya que entonces no aprenderá a reconocer la satisfacción que proporciona haber logrado un objetivo mediante el esfuerzo y la dedicación.