Me cuenta mi “enano infiltrado” que Rubalcaba no quiso en ningún momento plantearse la posibilidad de tener un debate público televisado con Mariano Rajoy, su oponente a la presidencia del Gobierno.
Dicha posición sorprendió dentro del partido, ya que la teoría dice que el candidato peor posicionado, como es su caso, debe ser el que más interés muestre por tener un “cara a cara” con el rival mejor posicionado.
Numerosos miembros socialistas, desconcertados por la negativa de Rubalcaba, explican que, dada su pésima situación, “realmente no tendría nada que perder debatiendo con Rajoy, y sí mucho que ganar”.
No obstante, Rubalcaba ha tenido que aceptar el debate a “regañadientes”, aunque eso sí, tratando de minimizar el evento, es decir, celebrando un solo debate, en lugar de dos, y organizándolo 15 días de la cita con las urnas, el próximo 20 de noviembre.
De modo que, si saliera perjudicado, su efecto se diluiría antes de las votaciones.
Curiosamente, dicho planteamiento, a quien más beneficia es a Rajoy, quien también está muy poco interesado en mantener un debate televisado, puesto que poco más le puede aportar en su objetivo de captar más votos y en cambio, podría verse perjudicado en dicho objetivo.
Dada la fecha de celebración, el 7 de noviembre y al igual que en el caso de Rubalcaba, las consecuencias de una posible derrota en el debate, quedarían minimizadas y olvidadas para el día de las votaciones.