Un Almácigo es un recipiente pequeño de forma rectangular o cuadrada donde se puede sembrar verduras y hortalizas en su primera fase de crecimiento, hasta que alcanzan un determinado tamaño (cuando desarrollan 3 ó 4 hojas) y necesitan ser trasplantados a una maceta de mayor envergadura o directamente a un huerto.
Normalmente, se suelen emplear un gran número de Almácigos contiguos en forma de red, de modo que se pueda diversificar el cultivo, empleando como recipientes, por ejemplo, envases de yogures o tetrabriks de leche, los cuales, serán apilados en un cajón de madera, en una cesta de frutas, etc…
Los cultivos que mejor se adaptan a los Almácigos son los de tomates, cebollas, berenjenas, lechugas, brócoli, repollo, acelga, pepinos o zapallos.
Una vez hemos comprendido qué es un Almácigo, para qué sirve y qué tipo de cultivos son los más favorables, pasemos a detallar cómo fabricarlo y cómo cultivar en él.
Procedimiento de fabricación y cultivo
Rellenar los envases con tierra (preferiblemente con compost o tierra orgánica), y tras esto, aplicar un riego abundante en forma de lluvia pero sin llegar a inundar el envase.
Enterrar las semillas (preferiblemente naturales) a una profundidad de aproximadamente 2 veces el ancho de la semilla.
En este paso habrá que decidir la forma en la que se siembran las semillas, es decir, para la mayoría de las semillas, lo aconsejable es hacerlo de forma lineal excavando pequeños surcos en la tierra con los dedos, ya que de este modo se facilita el proceso de trasplante en un futuro.
Sin embargo, en el caso de los pepinos, los zapallos y otros cultivos similares, se recomienda sembrarlas de 2 en 2.
Una vez finalizado el sembrado, colocaremos los Almácigos en un lugar cálido y donde puedan recibir gran cantidad de luz solar diaria.
Por último, adheriremos una nota informativa en cada Almácigo donde se especifique el tipo de cultivo y la fecha de sembrado.