Si observamos que nuestro jardín presenta problemas de encharcamiento, significará que éste no drena correctamente de forma natural, y que por lo tanto, es necesaria la instalación de un sistema de drenaje.
El sistema de drenaje consiste, básicamente, en colocar un tubo de drenaje para que el agua se evacúe y no produzca charcos que afecten al desarrollo de nuestras plantas o cultivos. Este tubo no es totalmente opaco, ya que presenta una serie de agujeros por los que puede entrar el agua sobrante para ser transportada fuera del jardín.
Cómo instalar un sistema de drenaje
En nuestro caso, la instalación del drenaje consistirá en realizar unas zanjas en forma de espina de pescado, es decir, habrá una zanja en la parte más baja del jardín, mientras que en las zonas más altas habrá varias zanjas que finalizarán en esta primera.
De este modo lograremos que el agua de distintas zonas del jardín se vaya moviendo a la zona de la zanja principal (la que está en la zona más baja), y gracias al tubo de drenaje expulsaremos el agua fuera del terreno.
A la hora de instalar el tubo de drenaje es importante que se encuentre un poco inclinado, para que así el agua se mueva con fluidez y no se quede estancada. Dicha pendiente o inclinación deberá ser de aproximadamente el 2%.
Una vez hayamos decidido dónde va a ir colocado el tubo de drenaje, deberemos cubrirlo con tres capas de grava, yendo de la más gruesa a la más fina (del interior al exterior).
Así pues, al estar la grava más gruesa junto al tubo, incrementaremos el paso del agua, mientras que al encontrarse la grava más fina encima de ésta, evitaremos que accedan al tubo partículas sólidas. La última capa, la anterior a la tierra del jardín, podrá ser de arena, puesto que la arena no deja pasar partículas y elementos del jardín.
En resumen, instalando este tipo de drenajes en el jardín evitaremos encharcamientos y conseguiremos expulsar el exceso de agua de lluvia sin ningún problema.