Análisis Regreso al Futuro Ciudadano Brown. Las nuevas aventuras de Marty McFly, con el juego por episodios, de “TellTalle” llegan a la mitad de su recorrido con esta tercera entrega.
Tras salvar a Emmet Brown en 1931, algunos de los acontecimientos pasados han hecho que la línea del tiempo se haya visto modificada considerablemente, hacía un utópico 1986 con el que tendrá que lidiar el joven McFly.
La llegada no puede ser más abrupta, con el DeLorean estrellándose en un enorme poster de un enigmático doctor Brown en las inmediaciones de Hill Valley. Al parecer todo ha cambiado hasta tal punto que la ciudad natal de Marty Mcfly se ha convertido en una ciudad utópica regida por Emmet y su ahora esposa, Edna Strickland.
Los habitantes de Hill Valley están sometidos a unas estrictas leyes de comportamiento creadas para el bien de la comunidad: no se permiten perros, ni muestras de afecto públicas ni el uso de alcohol o drogas y todo aquel que las incumpla deberá pasar un proceso de reeducación para ciudadanos.
Además, la ciudad está llena de cámaras y micrófonos que recogen todas las conductas de los ciudadanos con el fin de controlar a los ciudadanos, convirtiendo la ciudad en un 1984 dentro del universo de Regreso al Futuro.
Una de las grandes bazas de este tercer episodio es que por fin el jugador abandona, al menos temporalmente, 1931, por tanto, los ya conocidos escenarios de las dos partes anteriores se actualizan en esta línea temporal alternativa a los que se suman algunos nuevos, revitalizando con ello el apartado visual del juego ante el abuso de repetir contenidos una y otra vez.
TellTale ha sabido jugar muy bien con lo que mejor se les da, los diálogos, ya que desde la primera línea de conversación hasta la última se nota el especial mimo que se les ha dado a